lunes, 28 de octubre de 2024

Además de fresas

No olvidar está bien, pero debemos apuntar hacia
hacer una nueva historia. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- En una de esas pláticas que solemos tener el ingeniero Vázquez y yo cuando salimos en familia con mis papás a ver a otra parte de la misma radicada en Guanajuato, le escuché decir que la vocación de Irapuato no sólo era la producción y venta de fresas, sino que había una fuerte tradición de juguetería de madera y de tenería, lo que en estos días es difícil de imaginar; ¿en dónde quedaron esas empresas? Recuerdo que en algún lado se mencionaba que hubo una armadora y/o comercializadora de automóviles propiedad de la familia Fox en lo que ahora conocemos como Presidencia Municipal; y así como ésos, hubo varios rubros con los que la población mantenía viva su estructura económica. No distinguimos comida tradicional, lo que no implica que no la haya, pienso que no hemos sondeado lo suficiente para tener un acervo culinario fácilmente detectable. Porque de fresas con crema solamente no vive el irapuatense, hacen falta los frijolitos.

Tampoco se vive de la tragedia, a menos que sea en una puesta en escena y la inundación del ‘73, así como la del ‘76, ya están dando los últimos frutos para considerarlas tema de conversación; mis quejas sobre los monumentos perdido o mutilados que constituyen mi «historia negra» de la ciudad, podrían ir quedando en el olvido porque prácticamente no hay manera ni motivo para pensar que se podrían recuperar. La declaratoria del cerro de Arandas (posible o de facto) como zona protegida -más vale tarde que nunca- le da un valor especial a esa elevación que otrora dominara un paisaje lacustre temporal al que convertimos, mediante hechos históricos algo raros, en la segunda ciudad más poblada en la actualidad, ya que a pesar de los peros que le podamos poner, se encuentra en una posición privilegiada a pesar de la mala planeación que ha sufrido a lo largo de toda su existencia y cuyo registro ha sido todo un reto.

Desde siempre mi madre ha dicho que Irapuato no tiene una sola calle derecha, lo cual es cierto si tomamos en cuenta que ella se refiere a alguna que atraviese la ciudad y si están pensando en Guerrero, déjenme recordarles que todo va bien del tramo del Cebeti’s al puente Siglo XXI, pero pasando la vía debemos dar un giro de casi cuarenta y cinco grados, además la avenida topa con Revolución y tan, tan. Juárez es una serpiente que termina en Manuel Doblado, su continuación Hidalgo, empieza con una ligera curva y para en la calzada Insurgentes y lo que sigue, Avenida Guanajuato, vuelve a torcerse hacia la derecha hasta la glorieta del Mariano J. García a la altura de la central de abasto. ¿Las otras calles principales? Ni siquiera porque son hijas de la modernidad, Gustavo Días Ordaz está bien chueca, como el mandato del presidente que le dio su nombre.

Podrían decirme que qué podía esperar de una ciudad construida sobre el vaso de un lago temporal, a lo que yo contestaría que no menciono lo anterior por criticar a lo tarugo, sino para encontrar algún argumento para presumirlo. El caso es que creo que si pensamos que hay poco aquí, es por desconocimiento y por una deficiente iniciativa, porque la hay, desarticulada y todo lo que quieran, pero hay gente interesada en que la riqueza histórica irapuatense sea difundida ya que, como lo mencionaba líneas arriba, hasta lo que parecen defectos, también tienen su atractivo. Es cierto, no tenemos como para dar y repartir, pero las historias que retratan cada rincón de Fresópolis, nada le piden a las más laureadas del estado o de la república; ya va siendo hora de que nos repongamos de aquel «torreslandazo» del ‘64, de las inundaciones del ‘73 y del ‘76, nos hemos transformado y apuntemos hacia algo mejor. Salud.

Beto

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