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El mismo monstruo se esconde detrás de kilos de maquillaje. Foto: BAER |
Me siento orgulloso de poder decir que tenemos una mujer en la silla del gobierno del estado y a otra en la silla presidencial y anuque no comulgue con ninguna, confío en que a ambas les llegue pronto su minuto de lucidez y se den cuenta de que si siguen el camino trazado por la necedad del sexenio anterior, nada habrá que administrar para ellas. Existe el peligro, a pesar de los primeros encuentros cordiales, de que no haya el acuerdo que esperamos de dejarnos, por fin, trabajar y las diferencias se vuelvan irreconciliables y, como mencioné líneas arriba, la lucha entre estas dos féminas sería poco menos que encarnizada; lo que habría que temer, ya que nos llevarían entre las patas de sus caballos, seguro que esos corceles serían más briosos que Bucéfalo y mucho más peligrosos que el mismísimo Minotauro.
Pero si sucediera lo contrario, el panorama tampoco es halagüeño; dos mujeres (para el caso de Irapuato serían tres) pensando lo mismo, significa una situación de secuestro por partida doble pues entonces los acuerdos se darían en automático y, a decir de algunos, la violencia pararía en el estado, pero el precio a pagar es que la mínima resistencia que había, desaparecería por completo. Claro está, no me refiero a la resistencia del gobierno estatal, sino a la que poníamos los ciudadanos de a pie que si bien no es espectacular, al menos se siente como un acuerdo en el que sólo esperamos una buena señal para ponernos en acción y ojalá no tengamos que llegar a instancias lamentables. No, no me refiero a aumentar la violencia física, sino a la que más les duele a los parásitos y es dejar de alimentarlos con nuestros impuestos.
Al igual que como sucedió con Barak Obama, el hecho de que tengamos a una mujer como presidente, no va a hacer que tengamos un periodo de mayor conciencia social, ella tendrá que responder sobre sus actos a las mismas fuerzas que llevaron al poder a Fox, Calderón, Peña, su tutor y a ella misma, por lo que su prioridad como la de los nombrados y todos los demás antes que ellos, no será el país ni sus pobladores, tan sólo será el mantenerse en el poder y que digan funcionando las cosas como se las han venido planteando. El pasado triunfo de Donald Trump no ha dejado lugar a dudas, la soberanía nacional no es más que una caricatura de lo que los independentistas visualizaron y le vendieron al pueblo del siglo XIX, pero ahora viene aderezada con programas de concurso televisivo y la sensación de que nada tiene valor. Salud.
Beto
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