lunes, 22 de septiembre de 2025

Llenos de nostalgia

El que se siente marginado, ve con desprecio
a los que supone lo ve así. Foto: BAER

Irapuato, Gto.-

1. Una época, varios autores. Las letras ya no son lo que solían ser, escuché decir a mi tío Arnaldo una vez que discutía sobre libros al calor de un pozole en la navidad de 1978, yo en la antesala de la juventud a punto de tomar a fuerza la segunda parte de un año sabático, lo que menos me llamaba la atención era una discusión sobre literatura a la que no había sido directamente invitado, además, no tenía mucho que aportar cuando mis bonos habían bajado de valor al no haber accedido a la preparatoria ese año. Por otro lado, además de los nombres de Charles Dickens Emilio Salgari, Julio Verne, salieron a relucir José Revueltas, Julio Cortazar, Gabriel García Márquez, Octavio Paz y un libanés que por esos días, lejos de saber que se trataba de un poeta tardíamente apreciado, me parecía más bien exótico, Gibran Jalil Gibran.

2. Moda monolítica. Así como ese autor, en el mundo de la música la aparición casi en masa de baladistas españoles y argentinos en el cuadrante radial, crearon un ambiente coronado con un halo de misticismo popular en el que las letras, sin tener la profundidad necesaria, eran tratadas como poemas dignos de una tertulia masiva con parientes y amigos de la colonia; baladas que se impusieron en el gusto popular con base en la fuerza de la repetición y la poca crítica porque lo que privaba entonces, como al parecer ahora, era el criterio de que si era nuevo luego era bueno. Los músicos locales se adhirieron a la moda y por un buen tiempo se supo poco o nada de la producción de otros géneros, a la par de que unos como el rock, eran casi prohibidos, por lo que debían sonar en la clandestinidad.

3. La variedad vino del norte. Debe ser por la cercanía de una visión aparentemente liberadora de vida y lo lejos que se encuentran del centro de la República que, supuestamente, debería estar al pendiente de ellos por lo que las ideas de lo que debe ser la vida cotidiana se presentan a veces como contrarias a la costumbre local; cómicos, grupos musicales, escritores viajaron a la capital para dar a conocer las nuevas visiones sobre la producción cultural. Figuras como Germán Valdés y sus hermanos, Eulalio González, Pedro Infante, escritores contemporáneos de la talla de Daniel Sada, Federico Campbell, Cristina Rivera o Eduardo Antonio Parra, que han explorado la violencia en la frontera, trajeron una perspectiva única de lo que consideramos la identidad mexicana en nuestros días.

4. Acudir a extranjerismos. Tan pasajero como cualquier moda, recurrir a lo viejo ha tenido que ver con varias etapas en los hechos, como el recuperar vestimentas o música del pasado y en las expresiones, con vocablos surgidos del inglés, éstos insisto, con la intención de no crear compromiso. Los más recientes de los que tenemos registro serían «retro» y «vintage». Mirar hacia lo anterior es muy de nosotros, ya sea por nostalgia o por inseguridad, pero usar como recurso a los extranjerismos pone en relieve la poca valoración que tenemos de nuestros lenguajes desde la óptica del marginado; me explico, como pueblo, cargamos con el estigma de ser conquistados y pobres pero honrados, así que sólo nos queda usar el desprecio como arma contra ricos y sabios, por lo que nos vengamos abaratando los lenguajes y el idioma. Salud.

Beto.

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