¿O yegua? La patria sigue de fiesta; increiblemente las satisfacciones nos llegan por medios inescrutables. Quizá en estos tiempos aciagos, nada nos haría más felices que un triunfo deportivo emanado de la selección mexicana de fútbol. ¡¡¡Albricias!!! Lo hicieron, sólo que por vía de las damas. Anoche fui testigo de cómo, con el ánimo puesto donde debe ser, las futbolistas de nuestro país dieron cuenta, con marcador de dos goles a uno, a la potencia y doblemente campeona mundial escuadra de Estados Unidos.
Mis ojitos, rasos en lágrimas de satisfacción, no podían dar crédito (sinceramente, yo era de esos que pensaron que las gringas las iban a apabullar, máxime después del tres cero en contra, frente a las canadienses), sudé como si hubiera estado en la banca junto a Leonardo Cuéllar; ahora mismo podría deshacerme en todos los calificativos que se han venido usando durante este año, con pretexto del bicentenario: "histórico", "mágnífico", "espléndido", pero me los ahorraré pues creo que los usarán todos los eruditos del micrófono, tanto en televisa como en TV Azteca.
A propósito de ellos, es posible que ahora vayan a querer transmitir los partidos de esta olvidada escuadra pues, como con el triunfo de anoche pasaron al mundial de Alemania del próximo año, creo que ya les resultará negocio. Sólo habrá que soportar los grandilocuentes discursos durante sus emisiones como si de toda la vida hubieran estado enterados de la trayectoria de las pupilas de Cuéllar. Aunque faltaría la opinión de quienes sí trabajaron para hacernos llegar los partidos desde Cancún, es decir, de los directivos de TVC Deportes. Estén prestos para el chisme.
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