martes, 4 de enero de 2011

Los cazadores de la oferta perdida

Todo está en pronunciar o escribir la palabra mágica, para que cualquier tienda se vea materialmente asaltada por una horda de consumidores ávidos de... algo. Las manos pasan sobre telas, accesorios, texturas y chunches con tal fruición, que se confunden creando espacios casi etéreos.
"Ofertas" pertenece a un código forjado en base al consumo y a la buena voluntad de quienes difunden la "buena nueva". Puede ser que se gaste lo mismo, por el mismo número de artículos en una tienda regularmente "barata" que en una "cara", pero en la segunda aparece "oferta" y el mundo se desdibuja.
Aún me sorprende como si se tratara de un espectáculo fantástico en el que puedes encontrarte todo tipo de maravillas; y díganme si no tiene todos los ingredientes para una producción cinematográfica: suspenso, ¿encontrarán todos las tallas y modelos qué están buscando?; intriga, ¿la señorita de la caja no me hará un chanchuyo con la cuenta?; drama, aquella parece interesarse por el mismo vestido, pero yo lo vi primero; aventura, tú vete por ese pasillo, busca lo que te guste y nos encontramos aquí en la fila, porque si no, nunca saldremos; pasión, éste era el que andaba buscando, por fin lo encontré a mitad de precio; sexo, ¡Híjole! Creo que con esta falda se me ven las pompas muy grandes; romance, hay que estar buzos el próximo año, no vaya a ser que nos pase lo mismo.
Lo he visto en repetidas ocasiones, las palabras son más o menos las mismas pero cada vez se renuevan en la manera en que se pronuncian, Ah, me faltaba la abnegación de algunos individuos que, como yo, tuvimos el buen  tino de salir huyendo por la engentada que nos dimos. Salud.

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