lunes, 28 de febrero de 2011

Ciber escritor

Hace algunos días estuve preguntándome qué hubiera sido de la literatura si la tecnología no hubiera avanzado como lo ha hecho; quizá seguiríamos los aspirantes a escritores, yendo y viniendo de casas editoras con un montón de hojas bajo el brazo, soportando negativas sistemáticas y recorriendo a pie los caminos terregosos.
También, estaríamos buscando la inspiración en todos los lugares que irremediablemente deberíamos visitar porque nada hay como estar en ellos para entender sus dimensiones físicas, anímicas e históricas. Tendríamos que poner especial énfasis en observar las reacciones de cada individuo que conociéramos, en su manera de hablar, de gesticular, de reír. Invariablemente, deberíamos aprender, si no en su totalidad, sí una buena parte de los idiomas al alcance de nuestros presupuestos.
Indicar con precisión matemática, las maneras en que se manifiesta el amor, el odio, la indiferencia y cuanto sentimiento que, presumiblemente, experimentamos proyectándolo en otros para no descubrirnos a la primera.
Ahora, la red puede proporcionar todo eso sin necesidad de movernos de la sala o el estudio; basta con abrir una página, para trasladarnos a los espacios más exóticos que podamos imaginarnos, podemos contactar a cualquier tipo de personas en su propio idioma y, lo mejor de todo, podemos recibir las mismas negativas de las casas editoras sin tener que cargar legajos pesados ni soportar el portazo en la cara. Bueno, nadie dijo que las ventajas de la red suplen las carencias de inventiva. Salud.

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