La experiencia de enviar una carta era un asunto que tenía olvidado, pero ayer tomé la decisión de volver a utilizar el medio. La razón es que no puedo obligar a una de mis tías a que se ajuste a las exigencias tecnológicas de hoy en día y seguramente me mandaría por un real tubo si le llegara a comentar algo sobre los correos electrónicos.
No quiero decir que no conozca sobre ellos, sino que no creo que vea la utilidad de "perder el tiempo" frente a una pantalla sin hacer algo de provecho. Si a alguna persona prgamática he conocido, es a ella, por lo que veo aquí la oportunidad de reestablecer un contacto más humano y cálido, debido a que ambos veremos una razón de plasmar nuestros pensamientos en una hoja de papel.
Reexperimentar el uso del correo me crea una sensación de misterio, como cuando tomas una foto con una cámara analógica; la conexión entre el cerebro y la mano se verá nuevamente puesta en marcha, sólo espero que resulte al menos fluida.
Hoy mismo llevaré mi preciado escrito con el ánimo de seguir posteriormente, con esta práctica. Desempolvaré mi libreta de direcciones y tal vez reciba alguna respuesta en consecuencia. Puede ser que no. Ambos serán buen pretexto para decir salud.
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