¿Qué queda de un montón de fresas pisoteadas? Una mancha rojiza que ni con jabón "Motita" se quita. Para quienes siguen creyendo en el futbol mexicano, mi más sentido pésame. Aunque confesaré que muy en el fondo, deseaba que fuera cierto que el equipo local, tendría los arrestos suficientes para ascender al circuito mayor. Dream on.
Ahora no pueden alegar cansancio puesto que jugaron con el mismo equipo las cuatro ocasiones, tampoco pueden decir que el arbitraje les fue adverso, ya que en el último juego les perdonaron un gol, menos aún que se les perjudicó porque llegaron con el cuadro incompleto gracias a una mala entrada, porque Cuauhtémoc fue lesionado por un compañero; si es que así fue.
No, seguimos dando muestras de que a la mera hora, los intereses son creados fuera de las canchas de juego. No creamos la infraestructura suficiente para salir de la mediocridad y cuando, por casualidad damos vistos de mejoría, nos espantamos porque no estamos preparados para sostener una nueva forma de hacer las cosas.
El futbol ha sido clave para entender las dinámicas sociales, en cómo se maneja a un pueblo desde la "comodidad de su casa", en cómo mantener un perfil bajo "dadas las circunstancias". Varios de los pobladores de estas tierras, sabían que el equipo no ascendería; no hay el suficiente dinero para mantenerlo en primera división. Entonces, digo yo, ¿para qué mantener un equipo? Las cervezas se me quedaron en el refrigerador, así que desde hoy hasta el viernes, salud.
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