Quiero saber.

Los obscuros secretos milenarios deben salir a la luz; no debe ser un privilegio individual el tener la información que a varios nos serviría para liberar todas las capacidades que poseemos. Los patrimonios de la humanidad se miden de acuerdo a la satisfacción onírica, cultural, lúdica e histórica que pueden proveer.

Las sensaciones de encontrarse frente a uno de ellos, llena todos nuestros sentidos, provocando un ligero estremecimiento que recorre nuestra espina dorsal hasta el nacimietno mismo del cabello; el cosquilleo que producen sólo se equipara con la obetnción de un logro socialmente anhelado, algo así como ganar la copa del mundo de fútbol.

Quienes pueden disfrutar de sus encantos, tratarán de que el goce se prolongue el mayor tiempo posible, sin que esto demerite un ápice, la impresión del pimer contacto; hay quienes requieren de momentos mayores, hay quienes se conforman con la simple contemplación, pero los hay quienes desean que la vida se les vaya en ello.

Es así, entonces, que toda la producción culturalmente catalogada, debe estar al alcance de cualquiera, para ser testigos de la transformación que el consumo de esos prodigios, producen en los sentidos. Así que, desde esta humilde trinchera del conocimiento utilitario, alzo mi voz y exijo a la comunidad mundial: si alguien sabe la receta del mojito, ¡qué demonios espera para mandármela! He dicho, salud.