lunes, 9 de mayo de 2011

¿Y si yo fuera...?

Todas las historias paralelas que nos vamos creando frente al televisor, tienen por cometido disminuír el efecto de tedio de la que nos tocó vivir. Resulta fascinante la manera en que nos podemos convertir en superehéroes, deportistas de alto rendimiento, galanes de telenovelas, científicos connotados o cómicos geniales.
Las historias tienen las características suficientes como para ganar un premio de la Academia Norteamericana de las Artes, así de fantasiosas; somos capaces de descubrir la cura contra el cáncer o hayar el tesoro escondido de Moctezuma, para encono de Hernán Cortés. Nnos volvemos eternos, todopoderosos y benévolos.
Lo malo es despertar; ni tenemos superpoderes, ni la inteligencia suficiente como para descubrir nada ni mucho menos el tiempo para invertirlo en esas paparruchadas. Cada mañana debemos cumplir con el mismo ritual de abnegación laboral, quienes poseen el grillete del checador entenderán lo que significan cinco minutos de tráfico compartido con mares de competitivos ejecutantes de trabajos mal remunerados.
La vuelta a la fantasía representa un remanso de tranquilidad, donde podemos sacar de nuestras cabezas lo ínfimo de nuestras ínfulas. La importancia de parecer importante. Salud a discreción y con resignación.

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