viernes, 17 de junio de 2011

A mis ahijados.

El estar en estos menesteres no me resulta del todo cómodo; hace que me cuestione lo que hice o dejé de hacer, lo evalúo y casi siempre salgo perdiendo. Verlos después del tiempo que compartimos entre cuatro paredes, convertidos en lo que quisieron desde el principio, espero, me emociona de tal manera que quisiera por momentos no dejarlos ir. En otros hubiera querido correrlos.
Pero resulta que es un honor el que me hayan solicitado apadrinarlos, no sólo porque me aprovecharé del momento para tener mis cinco minutos de fama, sino porque es una oportunidad de oro para que por fin me escuchen, aunque sea una sola vez en la vida. Quienes los conocieron, sabrán a lo que me refiero perfectamente.
Deseo expresarles mi profundo agradecimiento por permitirme conocerlos, por dejar que al menos algunas veces supiera qué era lo que les inquietaba (digo, entre tanto grito y sombrerazo al que nos tenían acostumbrados), por dejarme saber que por algunos instantes, lo que estaban hacienbdo podría llegar a apasionarles.
Tengo plena confianza en que lo que aprendieron tendrá buen fin; que lo que aprendan en un futuro, tendrá referencia inmediata a lo que vivieron en estos cuatro años y, por alguna extraña razón, en este momento se me ocurrió hacer lo que casi nunca hice en el salón: les pasaré lista, al menos para saber qué se siente.
(Mini discurso a los egresados de la carrera de comunicación de este año). Se vale llorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espejismos económicos

Una escena así, ahora es impensable. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M al de muchos. Hace días, en uno en uno de esos canales de You Tube que ...