lunes, 20 de junio de 2011

Paternidad.

El día del padre es uno de los pocos dedicados a la masculinidad y a la noble y viril virtud de ser hombre; ser padre puede ser tan sufrido como en las historias relatadas en el cine de los cuarenta. Hay que callar un sinfín de situaciones que ni el mismísimo "Gutierritos" habría soportado, tener el suficiente estoicismo como para entender lo que sucede alrededor y dominar la tentación de criticarlo.
Como raza nos hemos impuesto estándares que corren desde un exacerbado machismo hasta la manifestación del deseo de conversión a una hombría más racional. Los resultados aún no están del todo claros, pues las exigencias sociales cambian según el capricho de quienes dominan las modas en este país; dicen que existe una mafia de un color malva suave.
Por su parte, mi padre ha tenido a bien mantenerse al margen de cualquier discusión bizantina, convencido de que la única forma en que se puede mantener la ecuanimidad, es mantenerse activo y productivo en el oficio o profesión que se haya escogido para vivir. No establece si eso es alguna especie de encierro o la trinchera en la que hay que parapetarse en defensa del propio pellejo.
Confío en su sensatez, pues si a sobrevivencias vamos, él ya tiene todo un bagaje anecdótico del cual se puede uno documentar para las referencias de café, a las cuales yo soy muy afecto. Varias de ellas me han servido para entender que algunos no estamos para tales muestras de heroísmo místico-financiero; es que hay que ver las que pasó para mantener a cuatro bocas insaciables. Salud padre.

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