Después de un fin de semana largo y de múltiples gastos -para los que pretendieron aprovechar el buen fin- me llega sin muchas loas uno muy corto; pero yo tengo la culpa por mi costumbre de dormir en mi cama las noches de viernes y sábados. Nada me costaría quedarme en León cada vez que tenga junta con los padres de familia de mi salón.
Se llegó el momento de rendir cuentas, poner es su lugar acciones, logros y reacciones de lo intentado en dos meses de enseñanza con un mínimo de aprendizaje (al menos así lo delatan los números); una, escena que he visto repetida en varias ocasiones y que tienen por resultado un sinfín de promesas de mejora en la vigilancia de los papás y mayor empeño de los estudiantes.
¿Mi compromiso? Seguir buscando la manera de llegar a las conciencias adolescentes sin esperar en demasía, pues los resultados me sorprenderán más si mis expectativas se ajustan a los que en realidad pueden ofrecer los muchachos. Ya sólo me queda discernir si me conformaré con ello o seguiré de terco creyendo que se les puede sacar más provecho.
Antes de ello, me tomaré unas de esas míticas pastillas de pasiflorine que tanto mencionan en la casa porque aunque a sugerencia de la dirección, sé que mi junta no durará sólo una hora, aunque ya llevo mi discurso de cierre para que no haya progenitores que quieran saber a detalle el comportamiento de su retoño, como si no lo supieran. En fin, un día entrecortado pero con provecho, espero. Salud.
Beto.
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