Es lunes, no voy a trabajar. |
Y digo yo ¿para qué comenzar una semana a medias? Lo único que produce iniciar en martes es una desubicación brutal y la tendencia a quedarse dormido pensando en que ya cumpliste con las tareas del día no laborado. Pero no señoras y señores, jurado aquí presente, respetable público. No. Resulta que es nuestra obligación sobreponernos a estas incertidumbres.
Después de que no asistí a mis labores cotidianas en medio mes de abril, encima disfruté de otros cinco días por le "puente" del primero al cinco de mayo (y aún faltan días de guardar) estoy como si me faltara ubicación, como si no encontrara mi lugar o de plano, no hallara paz interior. Quiero echarle la culpa a mi cama que cada noche me seduce acomodándose a las posiciones que adquiero en las noches.
Es posible que lo anterior se esté confabulando con otros detallitos como el que empiece a detestar la idea de cambiar semanalmente de domicilio o que deba estar enclaustrado la mayor parte del tiempo por no contar con alguien que me haga fuerte en algunas correrías. Quién me manda a mantener un estado civil que, aunque algunos envidiarían, cobra algunos precios.
Por supuesto que no voy a cambiarlo nada más porque esté ahora inconforme con mis cuitas laborales, aún no pienso renunciar a los pequeños privilegios que éste me otorga, pero empiezo a extrañar mis juguetes y lo entretenido que me la pasaba ideando cosas con ellos. ¿Será que empiezo a tener ataques de senilidad o que lo divertido que se la pasa mi abuela en Lúmina me hace envidiarla? Ignorando la causa real, salud.
Beto.
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