Así como el fuego, el olvido todo lo purifica. Foto: Baer |
Pasaron ya los Juegos Olímpicos, inició una nueva etapa invasora de fútbol, siguen las notas sobre secuestros, asaltos, violaciones y cuanta lindura nos hemos acostumbrado a escuchar. Vienen un nuevo gasolinazo y una nueva alza a la luz. Toda esa información, con sus frustraciones de por medio, no han hecho otra cosa de mantenernos en una situación telenovelera.
Dimes y diretes dentro de un sistema que ha enarbolado avances que se ven, no sé en dónde; con un presidente que ha sido tachado de todo incluso de plagiario. Una consciencia social depauperada que se da baños de pureza, señalando y acusando sin que se proponga cambiar en sí misma, porque que se eche a perder la cosecha es la voluntad de Dios, pero en el campo de mi compadre.
Reiniciamos nuestro andar, conformes con que nada más malo que a los demás nos pase; la desgracia ajena ha servido como catalizador de las propias y hayamos consuelo en formulismos emanados, imagino que desde el subconsciente católico, que hasta la fecha, ha servido para amansar voluntades y dirimir controversias individuales. De uno por uno es más fácil.
Y como en la oveja negra, estamos esperando que
alguna se muera, para poder usar el único récondito socialmente aceptable para unir nuestros pensamientos; dos mil dieciséis se está convirtiendo en un año de poda, donde los que se van, dejan de inventar ilusiones a quienes se convierten en sus seguidores y de atormentar a los que no.
Nombres que se hicieron famosos por la acción del poder en contubernio con la credulidad del pueblo; El contagio por la búsqueda de la aceptación grupal es muy fuerte lo que convierte en moda cualquier cosa y hasta nos parece bueno. Ya lo mecionó Chava Flores en una de sus composiciones, todos en vida somos unos cualquiera, pero muertos...
Beto
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