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La avaricia contra la inexistencia, las dos caras de la misma moneda. Foto: BAER |
En las versiones más difundidas, se retrata a una sociedad maniatada por un grupo en el poder o en su defecto, un tirano que impone mediante la fuerza su voluntad, dejando a la población sin la más mínima de las libertades con el discurso de que todo lo hace por el bien del pueblo. Lo anterior dista de ser un sistema socialista, por el contrario, se parece más a un estilo populista que busca servirse de los esfuerzos del pueblo al que juró proteger. Si en alguna nación se detecta enriquecimiento inexplicable, tráfico de influencias, contubernios y favorecimiento de las divisiones sociales, el gobierno de ese país debería ser declarado traidor a la patria con las consecuencias que ello traería.
Ya tendrán sus propios candidatos, quizás incluirán a Cuba, a Venezuela o a la extinta Unión Soviética sin dejar de lado a la China de Mao, que en palabras de éste último, esas naciones no han de ser otra cosa que tigres de papel. Pero aun con esas referencias, la visión que tengamos del socialismo quedará trunca por un simple motivo, por lo general hablamos de él y lo calificamos por rumores, sin haber consultado nunca las fuentes que le dieron origen, basándonos en segmentos escuetos y sacados de contexto, que lo único que hacen es mitificar dos sistemas económicos llegando al manejo maniqueo de considerar al capitalismo bueno y al socialismo malo, cual telenovela de media tarde.
Entiendo que es mucho pedir el que dediquemos tiempo a saber quiénes eran Marx y Engels o Rosa >Luxemburgo o Louis Althusser o el denso de Antonio Gramsci, pero no hay otra manera de entender lo desviado de las visiones que tenemos sobre un sistema que no ha existido, que su versión descafeinada sólo adaptó a la industrialización el sistema esclavista y al que el capitalismo se ha encargado de imputarle sus propios pecados; la ignorancia toma diferentes rostros y supone que tiene el derecho de opinar creando con ello, alarmas dignas de un Juanito que sólo ve lobos imaginarios que ni cubanos, ni venezolanos, ni soviéticos han tenido la oportunidad de desmentir por atarse a la ambición taimada de unos cuantos. Salud.
Beto
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