lunes, 7 de diciembre de 2020

Una mancha no tan roja

La avaricia contra la inexistencia, las dos
caras de la misma moneda. Foto: BAER

La imagen del socialismo ha sido manipulada tanto por los que la ven como una amenaza a sus bienes como por aquellos que se convierten en los portadores de los temores de los primeros; no tengo idea de cuándo nació la leyenda negra sobre un sistema económico que busca la igualdad de oportunidades en el acceso a los medios de producción, lo cierto es que la lo largo de los años se ha permitido que el determinismo domine sobre la razón; antes de averiguar, preferimos hacer caso de versiones maniqueas que retratan a la existencia como una telenovela donde es natural y deseable que haya desigualdad en todos los aspectos y que las diferencias sean herramientas de dominio.

En las versiones más difundidas, se retrata a una sociedad maniatada por un grupo en el poder o en su defecto, un tirano que impone mediante la fuerza su voluntad, dejando a la población sin la más mínima de las libertades con el discurso de que todo lo hace por el bien del pueblo. Lo anterior dista de ser un sistema socialista, por el contrario, se parece más a un estilo populista que busca servirse de los esfuerzos del pueblo al que juró proteger. Si en alguna nación se detecta enriquecimiento inexplicable, tráfico de influencias, contubernios y favorecimiento de las divisiones sociales, el gobierno de ese país debería ser declarado traidor a la patria con las consecuencias que ello traería.

Ya tendrán sus propios candidatos, quizás incluirán a Cuba, a Venezuela o a la extinta Unión Soviética sin dejar de lado a la China de Mao, que en palabras de éste último, esas naciones no han de ser otra cosa que tigres de papel. Pero aun con esas referencias, la visión que tengamos del socialismo quedará trunca por un simple motivo, por lo general hablamos de él y lo calificamos por rumores, sin haber consultado nunca las fuentes que le dieron origen, basándonos en segmentos escuetos y sacados de contexto, que lo único que hacen es mitificar dos sistemas económicos llegando al manejo maniqueo de considerar al capitalismo bueno y al socialismo malo, cual telenovela de media tarde.

Entiendo que es mucho pedir el que dediquemos tiempo a saber quiénes eran Marx y Engels o Rosa >Luxemburgo o Louis Althusser o el denso de Antonio Gramsci, pero no hay otra manera de entender lo desviado de las visiones que tenemos sobre un sistema que no ha existido, que su versión descafeinada sólo adaptó a la industrialización el sistema esclavista y al que el capitalismo se ha encargado de imputarle sus propios pecados; la ignorancia toma diferentes rostros y supone que tiene el derecho de opinar creando con ello, alarmas dignas de un Juanito que sólo ve lobos imaginarios que ni cubanos, ni venezolanos, ni soviéticos han tenido la oportunidad de desmentir por atarse a la ambición taimada de unos cuantos. Salud.

Beto

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