lunes, 25 de enero de 2021

Apología de la edad

El regalo de la satisfacción en el
trabajo cumplido. Foto: BAER

Cumplir, un verbo que dignifica a cualquier acción que llevemos a cabo; si se cumple en el campo de batalla, la investidura de guerrero brilla con el fulgor del heroísmo, los blasones se multiplican en la medida en que las hazañas se van aderezando con la imaginación del pueblo beneficiado y los trovadores itinerantes. Si el cumplimiento es por una deuda, el prestigio servirá para ser sujeto de crédito no sólo en el ámbito económico, sino en muchos más; ahora bien, el honor será satisfecho cuando se cumpla de manera estricta con una escala de valores que rija nuestras acciones y dé coherencia a la imagen que deseamos proyectar hacia los demás, eso sí, sin caer en imposiciones banales.

Se cumple cuando un trabajo se entrega en tiempo y forma sin importar las dificultades que se presenten, cuando la palabra empeñada logra sustento, cuando una necesidad ajena es cubierta; los resultados variarán, pero las respuestas tienen como común denominador, una mirada de agradecimiento. En cada etapa, en cada meta fijada, la satisfacción por cumplimiento se hará adictiva, lo de menos será el tamaño de las tareas ni el producto, sino el trayecto para realizarlas, siendo los procesos en general, los que atraigan nuestra atención y formen las aficiones. En otro sentido, la manera en que realicemos las tareas, marcará la imagen que forjemos en los demás y que gobernará nuestro trato.

Hace más de sesenta años, ser cumplidor era uno de los halagos más socorridos para destacar a una persona, significaba que el poseedor de tal epíteto ocupaba un lugar importante en la mente de sus coterráneos, lo que lo hacía confiable y, de manera indirecta, honesto. Un solo vocablo atraía hacia un individuo una importante cantidad de virtudes que iban sumando cualidades a su imagen comunal; conforme crecía, dado el compromiso adquirido diariamente con su práctica, el cumplidor se hacía de un nombre y, en ocasiones, se extendía pro “contagio” a toda la comunidad que lo acogía, como el artesano que fabrica juguetes de madera y crea la fama de su pueblo como la cuna de ese producto.

Y de alguna forma, todos somos cumplidores voluntarios u obligados, sabemos que para todo hay plazos, hay quienes esperan ciertos resultados y los que disfrutarán de lo producido, incluso con la parte intermedia del transporte y la distribución. El producto puede ser tangible o intangible, pero el compromiso y la satisfacción será la misma y su búsqueda igual de adictiva. Con los años nos preparamos para ser ciertos tipos de proveedores, planificamos según los insumos y las herramientas con las que contemos para detectar las necesidades de las que nos haremos cargo para procurar la satisfacción de un sector que será testigo de que cumplimos además, muchos años. Salud.

Beto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Espejismos económicos

Una escena así, ahora es impensable. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M al de muchos. Hace días, en uno en uno de esos canales de You Tube que ...