lunes, 10 de mayo de 2021

Sólo hay una

La dirección puede cambiar, pero el impulso
tiene la misma fuerza siempre. Foto: BAER

La cuna como la imagen simbólica del lugar donde nacimos y crecimos, lo es también en segunda instancia del cuidado materno; nacer en una buena cuna, remite de refilón al haber tenido una buena educación mostrada a lo largo de la vida, por lo cual, ser buenos humanos debería ser el mejor homenaje hacia las madres. Obviamente, el tipo de mamá en que se convierta una mujer depende de la presencia o ausencia de una pareja, las cualidades de esa presencia y el sentido que dé a la relación conceptual de libertad-obligación para aplicarla en sí misma y en sus hijos;  decirlo es sumamente sencillo, vivirlo requiere de paciencia, disciplina y mucha imaginación.

Desde la parte emocional, no hay mejor manera de pagar todos sus esfuerzos, que transmitiendo a otros lo que cada madre nos enseñó que es valioso, ya sea a hijos propios o a otros que tenga la oportunidad de orientar no importa si es material, sentimental o intelectualmente. Los epítetos que adjudicamos al amor que ofrece la maternidad vienen a reflejar que, por fortuna, aún no podemos medirlo lo que nos permite conservar nuestra capacidad de asombro. Se les seguirán escribiendo odas, canciones, poemas, las anécdotas circularán por todos los servicios de la red, harán programas de televisión conmemorativos o, simplemente, sonarán las notas de Denisse.

La pandemia no es obstáculo, los festejos serán presenciales o virtuales, dependiendo de lo responsables que sean las excusas para reunirse o no; bien visto, es una oportunidad para saber si lo que aprendimos desde la cuna, aplica en la circunstancia actual, si ponemos ante todo la seguridad de los demás o el festejo. La conmemoración debería quedar intacta, pues a pesar de la debilitada cercanía, tenemos los medios para hacernos presentes no sólo hoy, sino todo el tiempo y en un alarde de adaptación tecnológica hemos aprendido la dinámica de las video-llamadas a la más pura usanza de los Súper Sónicos. Queda el detalle de qué regalarle.

De niños todo se facilitaba porque allí estaban el cartoncillo, los lápices de colores, las diamantinas, el pegamento, la sopa de codito y cuanto material despertaba la imaginación de la maestra, a nosotros nos tocaba hacer lo que ella indicaba con sus precisas instrucciones y pese a ello, había que atenerse a lo que la habilidad de cada uno daba como resultado. Ahora de mayores, nos damos cuenta de que las frases hechas a la luz de la comercialización, podrían incluso tener algo de razón, si es que nos las apropiamos y hacemos con ellas algo semejante a lo que construimos aquellos materiales de la escuela, nuestras madres lo volverán a ver con aquellos ojos de misericordia. Salud.

Beto

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