lunes, 13 de septiembre de 2021

A la chamba

Trabajar en casa dificulta soportar
el canto de la cama. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Para todo hay un precio, hasta para insertarse en el mundo laboral; así en abstracto, cada uno de nosotros puede imaginarse varios escenarios sobre lo que consideremos un trabajo y fuera de la crítica al empleadurismo, debemos observar qué facilidades tiene un profesionista para crear su propia empresa, cuáles son las fuentes de documentación para llevarla a cabo y qué medios de financiamiento tiene al alcance. Pero lo que priva es la desconfianza de que emprender un proyecto tenga un beneficio real debido a la inseguridad que inspiran las autoridades en todos sus rubros, pues no nada más son los impuestos que empiezan a correr desde el momento del registro, sino los innumerables permisos que deben adquirirse para poder funcionar dentro de la ley.

Los traslados han adquirido nuevas formas que van desde la inversión de dos horas hasta el simple levantarse y cambiar de cuarto; quienes hemos trabajado en casa desde antes de la pandemia, tenemos claro que la disciplina no se relaja, por el contrario, debe luchar en contra de múltiples tentaciones en un espectro lúdico-culinario principalmente. Porque lo mínimo es apropiarse de un espacio que esté cerca de la cafetera mientras se aprovechan los espacios libres para probar la destreza adquirida en algún videojuego, teniendo a la mano una panera, la caja de galletas, el tortillero y el depósito de las frituras, lo que en un departamento como el que habito, no es difícil de hacer puesto que las distancias son muy cortas.

Exceptuando el cuarto de las injurias que llamo pomposamente estudio, trato de que todo lo que he acumulado por años tenga un orden lógico (falta saber cuál es), aunado al tamaño, todo el espacio permite que cada lugar sea tan plurifuncional como la imaginación -o la flojera- lo permita por lo que ponerme a escribir en el escritorio, en la sala con una tabla en las piernas o en la mesita de la máquina de escribir o en el desayunador resulta tan práctico que me hace pensar que todo es un reflejo de la manera en que trabajo, una parte aquí, otra allá; mientras la atención me dure. Además, siempre he considerado mi casa como un parque de diversiones donde la música, la creación de imágenes y la comida han establecido su reino.

Fuera de determinismos, el que pueda ver de esa manera a mi casa, responde más a mi tendencia de mantenerme en un lugar, después de algún tiempo de andar de “pata de perro”, que a la contingencia sanitaria, lo que me colocaría en el grupo de los sedentarios; con los problemas que se han presentado, ya deberían considerarnos como grupo de riesgo laboral, siguiendo la tendencia de que algunas costumbres non sanas se convierten en enfermedades, podríamos proponer algunas acciones que vengan a aliviar el posible sufrimiento que implica trabajar desde casa, ¿o qué? ¿Creen que es muy sencillo cumplir con las obligaciones laborales rodeados de tantas tentaciones como las hay? No señores, la vida desde estas cuatro paredes es una eterna lucha contra el canto de la cama. Salud.

Beto

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