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¿No sería más productivo aprender a tener un consumo inteligente? Foto: BAER |
En el tema de los alimentos es entendible porque comemos más que nada por sometimiento al imperio del sentido del gusto, unos porque tienen la capacidad de explorar los confines del sibarita y la mayoría, por cierto temor de no saber si tendrán algo que llevarse a la boca al día siguiente. Suena muy dramático, pero la causa de lo segundo no es necesariamente la falta de dinero (que sí hay población miserable) sino a veces, la falta de tiempo o de referencias alimentarias o por aprovechar y maximizar los periodos de trabajo, por lo que se come cualquier cosa y con tal fruición que la meta no es alimentarse, sino llenar el estómago. Debo aceptar que este país brinda tal variedad, que es factible encontrarse fritangas gourmet.
Este poblado tiene casi de todo, a una escala menor que en ciudades como México, Guadalajara, Monterrey, Puebla o León, pero el alegato más común para ir a esas ciudades a comprar es la variedad; como lo entiendo, es que tienen mucho de lo mismo que da los mismos servicios, lo que en teoría de la competencia, mejora la calidad de los productos. Eso es cierto a medias, porque si dejamos la responsabilidad de crear algo bueno sólo a los productores, su vigilancia se limitará a la introducción y mantenimiento de sus productos por cierto periodo, después la moda hará de las suyas o un acuerdo entre empresas definirá las calidades buscando no gastar demasiado en los componentes que tienen a bien conservar las mismas características.
Sólo tenemos que preguntarnos por qué, cada cierto tiempo, la industria de los jabones y detergentes anuncia mejoras que vienen a sustituir a las bondades de sus mismos productos con vigencias anteriores. No se diga las pastas dentales donde lo único que se busca, es un pretexto para aumentar sus precios y esto se obtiene por medio de la “novedad”, ¿acaso creen de verdad que las pastas combinadas son un gran invento? Para mí que sólo empacaron sobrantes. Pero lo que me importa es encontrar un nicho en el que pueda insertarme con un producto que no sea muy difícil de posicionar, que ataque directamente a los sentidos y que haya el interés de consumirlo muy seguido. ¿Qué, ya se inventó la cerveza? Olvidémoslo. ¡Pásele, hay libros! Salud.
Beto
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