lunes, 14 de marzo de 2022

Ahorro, la gran quimera

¿Qué necesidad hay de que andemos persiguiendo
la chuleta de viejitos? Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Una figura financiera que ha adquirido una relevancia tal, que pareciera ser una condición vital para el desarrollo, tanto para los individuos como en los grupos sociales. Guardar para las contingencias ha sido una práctica heredada de la agricultura, su lógica es contundente puesto que, al depender ésta de las estaciones, de los ritmos de cultivo seguirán la línea rigurosa de apartar granos o plantas en los periodos de escases más un excedente para sembrar en las condiciones propicias. No se requiere trabajar en el campo para entender la utilidad de lo anterior y aplicarlo en la vida de las ciudades, suponiendo que tanto en el ámbito rural como en el citadino, los habitantes obtienen los recursos suficientes para cubrir sus periodos y tener excedentes.

Pero no es así en la mayoría de los casos puesto que, para sobrevivir lo que implica acercarse los servicios básicos y mantenerse nutridos para ser capaces de instruirse y divertirse a medias; el concepto de ahorro en esas condiciones de ninguna manera implica guardar para una contingencia (puesto que viven cotidianamente en ella) sino privarse de algunas cosas para al menos comer. Por otro lado, guardar algunas monedas a decir de algunos expertos, no es necesariamente el ahorro, sino un simple apartar una cantidad “por si acaso” lo cual sucede a la velocidad de la necesidad; el ahorro debe ser, entonces, un sistema donde si se aporta alguna cantidad que responda empero, a una idea de inversión que incremente su valor.

Los mecanismos de devaluación, por su parte, hacen casi imposible que el dinero guardado tenga algún atractivo para quienes viven al día, quizá convengan para las transacciones internacionales, pero en los mercados internos sólo ponen trabas al poder adquisitivo de la población, por lo que ésta debe estar todo el tiempo al pendiente de los ajustes en su economía por causa del alza a los productos del exterior (caso contradictorio, el maíz) junto con la dependencia que tiene el transporte de los hidrocarburos. Las escaladas en los precios con los cuales hemos crecido las generaciones nacidas desde mediados de los cuarenta, han hecho que vivamos en un sistema económico contingente que se rige más por etapas dirigidas por tradiciones que por modelos de producción modernizados.

En una sociedad idílica el ahorro no debería existir, sí en cambio, la garantía de que todos los ciudadanos tuvieran acceso a todos los satisfactores además de la seguridad de que habría fondos en las arcas de la nación para cualquier contingencia, todo sin importar el tiempo que se estuviera viviendo. Las implicaciones son variadas, para empezar, que todos tuvieran trabajo remunerativo, que esos trabajos garantizaran la producción de todos los satisfactores, que los insumos para ello también se garantizaran, que todos tuvieran la educación para cumplir con sus obligaciones laborales y fiscales y que nadie se aprovechara del trabajo de los demás provocando escases ni escaladas de precios de los productos físicos ni financieros. ¡Oh pues! Se vale soñar. Salud.

Beto

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