lunes, 20 de junio de 2022

Tres kilos de ascetismo

La igualdad debe ser de oportunidades
no de aspectos. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- La búsqueda del yo no para, lograrlo requeriría de una disciplina compilatoria hasta de los detalles más nimios de nuestra existencia para luego pasarlos por el tamiz de las estadísticas; si acaso fuera posible se requeriría además, de una teoría, doctrina o método que proporcionara la estructura adecuada y hacer con ella el traje a la medida que diera cuenta de un resultado satisfactorio a esa búsqueda. Varias son esas doctrinas y teorías, algunas que alcanzan el grado de religiones y leyes, pero que su inserción a ellas no implica necesariamente hacer uso de un juicio crítico, al menos nada que implique dudas so su proceder, así la oferta de la perfección se vuelve más una receta que un camino individual donde medir los alcances de cada individuo.

La idea de alcanzar la perfección por medio de la privación y posterior trance filosófico-religioso para justificar ese proceder debería ser una marce registrada de los otrora llamados países del tercer mundo pues, a pesar de todo aquello a lo que no tienen acceso, han sobrevivido a colonizaciones y explotaciones que sólo buscaron satisfacer las necesidades de los estilos de vida imperantes, por supuesto, los de las metrópolis. Predicar el ascetismo en estos lugares es como tratar de vender un cubo de azúcar a un ingenio azucarero; ¿qué centroamericano, venezolano o mexicano no sabe de privaciones? Los adinerados, claro está, pero en la región en la que más del sesenta por ciento de su población tiene como opción migrar, vivir al día es su filosofía.

Otro rasgo que caracteriza a esta franja emergente es la supuesta resignación a las bondades de la pobreza pero que en el fondo, sueña con sacarse la lotería, ser descubiertos por un empresario del mundo del espectáculo o salvarle la vida a un millonario que, en agradecimiento, herede su fortuna a su salvador... o todas juntas. Porque también hay que lidiar con la idea de la compensación, ésa en la que nos contaron que a este mundo se viene a sufrir, pero al morir gozadas que nos esperan; cabría preguntarse, si ese esquema es el bueno, ¿no estaríamos buscando ser pobres todos, incluido Slim? Algo no funciona en el mundo, pero la solución no es ni la austeridad ni la pobreza franciscana.

Tampoco está en repartir entre todos la riqueza ya producida, sino en crear las condiciones para que cada individuo tenga la oportunidad y los elementos necesarios según la naturaleza de su ocupación, para crear su propio efectivo, vivir sin privaciones y servir a su grupo social, eso sí sería socialismo. una vez cubiertas las necesidades básicas, podríamos hablar de privarnos de algo para con ello buscar la perfección. La opulencia opaca cualquier intento de sacrificio, la renuncia a todos los bienes es atole con el dedo. Si de verdad se quisiera hacer algo por la sociedad, no se ofrecerían empleos esclavizantes, sino la oportunidad de crear asociaciones con un trato igualitario y olvidarse de paternalismos. Salud.

Beto

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