lunes, 14 de noviembre de 2022

Derechos, animales

Sólo déjenlos en paz. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- La noción del bien y del mal, tan arraigada como manipulada por el ser humano, aún no tiene comprobación de que exista en los animales, por mucho que se hable de que en algunas especies su inteligencia se equipare a la de un niño de cuatro años; por comportamiento, nuestra parte animal no se separa mucho de los que suponemos irracionales, dado que reaccionamos con la misma intensidad a los estímulos externos, aunque digamos que los podemos dominar con la razón; caminamos en manadas, defendemos territorios, creamos alianzas por conveniencia tal cual lo harían los bisontes, los grandes felinos, los chimpancés y todos los que a ustedes se les ocurran, sólo los rasgos más sutiles de la existencia nos separa de los cardúmenes, las parvadas o las jaurías.

Hemos tomado bajo nuestra tutoría el cuidado del planeta (lo que sea que quiera decir eso), con los resultados catastróficos registrados en algunas ocasiones; con todo y eso, las especies animales cada vez ven más reducidos sus hábitats, las migrantes deben viajar más en busca de alimento y agua y su estabilidad en peligro ha puesto en riesgo a la estabilidad del planeta. Para lavar nuestras culpas nos inventamos términos o conceptos que se quedan a medio camino rumbo a la humanización del reino animal, hablamos de ellos como si pudieran dar razón de su situación y se basaran en leyes para protegerse, pero hasta el momento, nunca he visto en ninguna corte del mundo un juicio donde las aves entablen una demanda contra los taladores del Amazonas que, seguramente, ni siquiera son brasileños.

Mucho menos he visto que los osos lleguen a la zona metropolitana de Monterrey acompañados de sus abogados exigiendo que se les devuelva el terreno donde solían alimentarse y que ahora está invadido por casas humanas. No, los animales, después de haber sido ahuyentados, simplemente regresan a las tierras donde solían vivir sin entender de reglamentos, leyes ni derechos, los mueve el hambre. Si se han preguntado porqué de pronto hay cucarachas, hormigas, alacranes u otro bicho dentro de sus casas, seguramente es porque ellos vivían allí antes de que se construyeran y además, cada vez les dejamos menos espacio para que se desarrollen en paz; los calificamos de plagas sin aceptar que los verdaderos invasores somos nosotros y luego disque los defendemos promulgando “sus” derechos.

¿Por qué lo señalo? Porque como voceros de los animales dejamos mucho que desear y, sin mediar estudio alguno, nos centramos en la defensa de los que rinden réditos, no de los que visualmente son poco atractivos ¿o alguien ha visto o participado en una marcha pro defensa del escarabajo pelotero? Pero sí andamos fumigando los terrenos donde hay vacas para que no se les suban las garrapatas sin pensar que esos venenos afectan a otras especies. Y las garrapatas ¿no tendrían derechos también? Tal parece que sólo aquellos animales que nos brindan un beneficio directo a la producción de satisfactores como la abeja o indirecto como el oso polar por cómo nos reviste, los tienen; eso sí, un criminal tiene más oportunidades de defensa que cualquier otra especie inocente. Salud.

Beto

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