lunes, 7 de noviembre de 2022

El liderazgo

Nada más imaginen un grupo donde
todos sean líderes. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- La exigencia actual de ser innovador nos lleva en ocasiones al abuso conceptual de querer resignificar ciertas palabras, hecho que sólo confunde y crea culpas innecesarias; por desgracia, quienes lo intentan no son ni se apoyan en lingüistas o expertos en comunicación y buena parte proviene de la administración que quizá, sea la práctica más presionada en innovar pues lo que vende es intangible, peor aún, pareciera que mucho de lo que se publica al respecto, únicamente retoma lo anterior y rebautiza las teorías ofreciendo con ello, los mismos contenidos envueltos en papel de otro color. El ejemplo que encuentro de momento es el cambio de términos de quienes trabajaban de staff y que ahora se le llama coaching, que en lo personal, siguen haciendo lo mismo.

Enla últimas pláticas a las que tuve la suerte de asistir, se hacía hincapié en que todos deberíamos ser líderes y no jefes porque los jefes eran poco menos que unos huevones que se la pasaban gritando órdenes desde un escritorio desvencijado mientras alegremente masticaban un trozo irremediablemente grosero de torta, luciendo una incipiente obesidad, fruto de los días de sedentarismo burocrático al que se había sometido desde su nombramiento. ¡Y nadie quería ser eso! Porque muy dentro de nosotros, aspiramos a ser ese rey bondadoso que todo su pueblo quiere y respeta, pero rey al fin. ¿Qué les ha hecho pensar a esos tipos que ni siquiera ha definido sus teorías, que se llega a un puesto de alta responsabilidad para seguir haciendo las labores del puesto anterior, nada más por “predicar con el ejemplo”?

No señor, se asciende para poner los conocimientos adquiridos al servicio de la planeación, del cambio de perspectiva y la mejora de las condiciones laborales y poner el ejemplo no se remite a que los subalternos vean al jefe “matándose” en el trabajo, llegando a tiempo y quedándose hasta tarde porque nadie merece morir por un empleo por muy “puesta la camiseta” que la tenga; llegar a tiempo es una obligación que todos debieron aprender desde niños y salir del trabajo después de la hora para “no dejar pendientes” sólo refleja el mal hábito de no aprovechar el tiempo. Ser líder no es una obligación, ni siquiera es una característica que defina a los más astutos, es sólo una eventualidad donde a alguien se le ocurrió una buena idea, supo exponerla y fue recibida de buena gana para ponerla en marcha en una línea de producción.

El líder no se propone serlo ni mucho menos “predica”, se limita a hacer bien y a tiempo su trabajo, si eso sirve de ejemplo a otro y éste decide imitarlo, claro que lo fue pero por iniciativa del seguidor porque el convencimiento también es personal, sólo hay guías que nos dicen dónde poner atención. Si alguien es bueno en algo, no es porque él lo diga, sino porque alguien más se lo reconoce. El liderazgo es como la belleza, está en los ojos de quien lo percibe, al igual que muchos otros valores desde esta perspectiva, también podemos afirmar que es algo incidental que, al forzarse, sólo se trata de un intento egocéntrico de ser notado. Ser líder no es una obligación, ni siquiera una forma deseable de ser, más importante que eso, es una oportunidad de aportar algo valioso al grupo al que se pertenece. Salud.

Beto

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