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Hasta pensar en un negocito está del cocol. Foto: BAER |
Fuera del optimismo casi infantil, parece que los creadores de la campaña no tenían idea del país que teníamos entonces -no muy diferente al de ahora-, en el que la pérdida de empleo significaba el cese del flujo de efectivo , sin cultura de ahorro y de un individualismo arraigado desde la cuna, lo que significaba que la economía doméstica, al igual que hoy, era emergente y al día, que lo poco de dinero que se podía juntar (porque los salarios no lo permitían) se utilizaba para sobrevivir por un tiempo corto y que, por mucho que se confiara en el vecino, nadie se sentía seguro como para arriesgar lo poco con lo que se contaba en una aventura incierta, además, nunca este país ha proporcionado las condiciones necesarias para que cualquiera abra un negocio, esté seguro en él y prospere.
Casualidad de casualidades, justo como se vivía diez años atrás, en los cuarenta o a principios del siglo veinte y justo ahora; la palabra que define la vida en México es “crisis”, no es ningún invento, basta con darle una ojeada al cine y en películas de Tin Tan o de Cantinflas escucharemos “es que todo está muy caro”, quienes hayan tenido la suerte de platicar con gente de más de noventa años, les habrán dicho que también en su infancia se escuchaba la misma cantaleta que lo único que cambiaba era que antes se pagaba con centavos y ahora con billetes de a cien. ¿Qué pasa, si somos un pueblo que trabaja más de cuarenta horas a la semana? Algunos hasta tienen más de un empleo y se dan el lujo de cubrir eventualidades. El caso es que no hay riqueza que presumir en el país.
No hemos roto con la inercia que si beneficia a alguien, es sólo a unos cuantos; podríamos tratar de entender que si todos tuviéramos la seguridad de poder gastar sin menoscabo de los presupuestos, el flujo de dinero generaría mayor riqueza incluso para los que la acaparan en estos momentos, el poder del capitalismo está en mantener al efectivo en constante movimiento, salarios incluidos, que es la noción de generar riqueza, acaparar sólo empobrece a la mayoría dejando a la minoría acaparadora en un islote en el que su accionar se restringe cada día. Comienzan a ver panoramas irreales en los que todo el mundo (malvado) quiere quitarles lo que les pertenece, sin pensar de ninguna manera que esa dinámica a la que le temen, la generaron ellos mismos. Salud.
Beto
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