![]() |
La fortaleza mental se evidencia con la resistencia al abuso. Foto: BAER |
Como en todo, las acciones exageradas nos vuelven débiles, así el extremo cuidado nos hace inútiles, la extrema limpieza nos hace enfermizos y la extrema industrialización nos convierte en máquinas o peor aún, en refacciones; la mecanización nos alcanzó porque sólo vimos los beneficios sin tomar en cuenta las contras en el uso desmedido de aparatos y dispositivos que desplazan la actividad humana, principalmente la de las manos obstruyendo así, la comprensión del entorno por falta de contacto, algo que hemos aplicado a casi todos los ámbitos de nuestra existencia, por ejemplo, el de las relaciones sociales, dando como resultado una baja en la movilidad con fines de estrechar lazos afectivos, conformándonos con relaciones virtuales que semejan a las reales.
Nuestra parte informativa, entonces, se ve plagada de mensajes huecos con el único fin de desorientarnos por lo que solemos repetir alertas sobre fenómenos ya pasados o que nunca ocurrieron, sin ponernos a pensar en si es o no prudente replicarlos, por lo que la respuesta inmediata se nota en el tránsito citadino en el que, de soslayo, andamos revisando la apariencia de cada individuo que nos pasa a un lado; pueden calificar de clasista esta no tan nueva práctica pero el juzgar por la apariencia, nunca había sido tan lógico en detrimento sí, de la libertad de vestirnos como nos dé la gana -lo extraño es que, por temor, todos tendemos casi a los harapos- y la uniformación se hace por protección, por pasar inadvertidos, por no dar tentaciones, casa que poco se logra porque se revela el individualismo.
La protesta, hasta el día de hoy, ha sido sorda en el sentido en que se ha limitado a movimientos específicos, como la marcha del pasado trece de noviembre, pero que requiere que permeé hacia la vida cotidiana, en acciones pequeñas pero constantes que den cuenta de que ya no estamos dispuestos a tolerar abusos de nadie, por ejemplo, bajar el consumo de productos no hechos en el país, manifestar las inconformidades todos los días tanto en la red como en la vía pública, crear comunidades de consumo básico, ¡un día sin fútbol! O cualquier otra cosa que dé fe de que estamos hartos de la inseguridad, el alza de precios y el que quieran vernos la cara todos los días. Las enfermedades comienzan en la cabeza, por lo que debemos convencernos de querer estar bien. Corrijo lo del fútbol, sería mejor un día sin televisión. Salud.
Beto
No hay comentarios:
Publicar un comentario