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Alguna vez aparecerá el “quién soy”. Foto: BAER |
Le asistía también el conocimiento popular, pues como dice el dicho: “hijo de mi hija, mi nieto será, hijo de mi hijo, en duda estará”, supuestamente utilizado por las abuelas y, si me lo permiten, con un claro toque machista que, de haberlo externado entonces, el argumento del empoderamiento por medio de la maternidad, se le hubiera venido abajo. No sé si por prudencia o por ignorancia momentánea, nadie lo mencionó, así que su discurso quedó intacto, debo decir que el silencio masculino (a excepción de Miguel) se debió quizá a la arraigada costumbre, vigente aún en esos días, de no contradecir a los mayores, por lo que los comentarios a favor o en contra, debieron esperar a que terminara la clase y que todos nos dirigiéramos a nuestros domicilios.
Tardé varios años en hacer propia esa expresión; primero la rechacé como Miguel, pues suponía que los rasgos físicos heredados eran prueba suficiente para asegurar la paternidad, pero ¿y los que se parecen a la madre?; segundo, el carácter y el comportamiento eran adquiridos, entonces vino la inconformidad porque “si de vecinos se pega...”; la aceptación se dio cuando entendí la intervención de la voluntad “padre es el que educa, no el que nada más engendra”, por lo que parecía que Carmen ganaba la partida de todas, todas. Si observamos que la única que debería tener en sus manos toda la información es la madre, sí la tenía, pero de pronto surgieron variables no contempladas como las epidurales, las drogas recreativas y, en el peor de los casos, las violaciones.
Ninguna de las tres es deseable ni deberían suceder a menos que la primera sea emergente, pero entonces en esos casos, la maternidad también es un acto de fe, en la primera sólo por el parto y en las otras por inconciencia, a pesar de los testigos. Sin embargo, lo anterior no es cierto, ni siquiera lo dicho por Carmen, el verdadero acto de fe es el ser hijo. Ningún progenitor, en un proceso normal, duda de su condición, un hijo sí por una simple razón, no estuvo consciente de su gestación, no estuvo “presente” en el parto y las reafirmaciones de ser parte de una familia siempre vienen del exterior con frases como “ay, te pareces a tu padre”, “sacaste los ojos de tu madre”, “tienes la estatura de tu tía” lo que conforma la algo forzada, certeza propia. Salud.
Beto
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