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Hasta el más mínimo adorno puede usarse en nuestra contra. Foto: BAER |
La preocupación sigue porque, como país vivimos al día, unos porque no tenemos agua asegurada y otros porque les cae en exceso, el caso es que no se nos da el planear su captación aunque ya somos la primera ciudad en preocuparnos por los mantos acuíferos mediante la zona denominada “Las Cañadas”, mil doscientas hectáreas ubicadas entre las comunidades de Santa Rosa Temascatío, San Nicolás Temascatío, Estancia del Copal y el área natural protegida municipal “Los Encinos”, así como la estatal “Cuenca Alta del río Temascatío” de Salamanca; algo muy presumible pues esta zona de recarga podría asegurar el abasto de manera anticipada para dejar de tronarnos los dedos cada año y no soportar el excedente de calor como el que pasamos ahora.
Por otro lado, la arenga para plantar árboles del pasado 25 de junio, me puso a pensar en la posibilidad de hacer de la azotea un área ecológica con macetas y árboles frutales, pero como todos en esta sociedad telenovelera y melodramática también pensé en los contras para hacerlo; no todo terreno es propicio para plantar un árbol, no por su naturaleza en sí, sino porque lo hemos transformado tanto que ya no responde al desarrollo del planeta, sino a las necesidades humanas. Plantar un árbol cerca de la casa de un servidor, implicaría el facilitar la intromisión de posibles delincuentes al inmueble, la invasión de un mayor número de automovilistas buscando una sombra donde proteger su unidad del sol y proveer de un “baño” a los dueños de mascotas.
Perdón por lo alarmista y malpensado, pero ese panorama ya lo vivimos y tuvimos que talar los pinos que hubo hace muchos años y eso que no conté a los marranos que dejaban toda clase de basura entre las ramas. Entonces sí, estoy consciente de la necesidad de plantar árboles, pero por desgracia, la estructura de la colonia donde vivo deja poco margen para una maniobra ecologista de las dimensiones que necesitamos. Primero habría que educar a dueños de coches y mascotas a que no invadan ni ensucien la propiedad ajena, a que los menos favorecidos no intenten compensar sus carencias con lo que no es suyo, sabiendo cómo y de qué pata cojeamos, ya tendríamos medio camino recorrido, después de todo, soñar nada cuesta. Salud.
Beto
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