lunes, 21 de agosto de 2023

Imprecisiones publicitarias

Retórica de las necesidades: no te puedes
quedar fuera de la modernidad. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Siempre he visto a los publicistas como seres dedicados a desvirtuar una realidad que, de sí, ya es bastante rara; desde las épocas del “chaca-chaca”, los esfuerzos por vender todo tipo de productos van en dirección de la fantasía y deseos pequeño burgueses de una sociedad que aún no entiende el capitalismo dado que, gracias a la economía emergente y en eterna crisis que padecemos, solemos confundir el consumo excesivo e irracional con la circulación perpetua del dinero y el ahorro casi inexistente, por el acaparamiento por parte de unos cuantos especuladores. La dinámica es sencilla, los que tienen cantidades superlativas de dinero, no lo hacen circular porque con ello provocan escases y aumentan sus ganancias, por el contrario los que no lo tienen, no lo hacen porque eso significaría descapitalizarse.

Pero para convencernos de “invertir” nuestro dinero en satisfactores básicos o suntuarios está la publicidad; la práctica publicitaria (de nobleza en entredicho) se ha caracterizado siempre en inventar, a cada producto que goza de sus favores, realidades alternas -por no llamarles mentiras- para hacerlos más atractivos al consumidor. Para ello se valen de fantasías, presupuestos, dobles significados, en fin, todo lo que dispare la imaginación y, aunque sepamos que lo presentado en los medios no puede ser posible pero estamos dispuestos a dejar que nos engañen, suponiendo que esos mensajes son inocuos, aun así, hubo quine cayó en el embrujo del chaka-chaka de Ariel. Mi comercial favorito incluye un salón de clases, la canción confidente de secundaria, Odalys Ramírez y un cruce de piernas.

Si me preguntan qué era lo que anunciaban, ¡por supuesto que tengo la respuesta! No lo sé. Mi memoria quedó atrapada en detalles y ya no es lo que solía ser; en realidad lo menciono para lanzar un reto, por supuesto que sé que varios anuncios quedaron en nuestra memoria, principalmente los que se transmitieron en la infancia de cada uno, pero ¿seremos capaces de recordar tres de diferentes productos, cuáles eran éstos y de qué trataba el mensaje? Tal vez, aunque les proporcionara una lista de temas o productos, a todos nos sería muy complicado recordar esos tres de cada uno y la razón es muy simple: la publicidad apuesta por la simplicidad y el sentimentalismo que disfrazan con un manto de pseudo entrañable objetividad que, por lo mismo de su naturaleza, resulta fácilmente olvidable.

La ambigüedad en la publicidad (y también en la propaganda) nos cae de perlas pues así evitamos el tener que pensar por nuestra cuenta si eso que están vendiéndonos es cierto o lo necesitamos, más aún, por qué lo necesitamos. Podríamos querer algo, pero en ese estadio hay oportunidad de pensar en los pros y en los contras para adquirirlo (siempre y cuando no sea algo de primera necesidad), es ahí donde el mensaje publicitario adquiere protagonismo, pues apuntala la necesidad creada alrededor del producto en cuestión; un ejemplo muy claro sería la compra de un televisor “inteligente”. Por supuesto que es muy atractivo a la hora de buscar variedad en las programaciones, pero esos aparatos surgieron de la imposición de las plataformas televisivas en la red, ¡y falta la integración del olor! Salud.

Beto

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