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Soñemos todos juntitos, agarraditos de las manos. Foto: BAER |
El ejercicio de la lectura abre un abanico de posibilidades de pensamiento amplio, por un lado, para saber identificar cambios en el entorno ya que lo leído nos sirve como comparativo entre lo retratado en el texto y lo que vivimos, por el otro, nos ayuda a definir las propias perspectivas de lo que debe ser nuestra realidad. Obviamente, si leemos Harry Potter, no vamos a esperar ver magia por todos lados, sino entender qué tanto se aplica el esquema de amistad que la autora retrata en una sociedad real como la nuestra; una de las fantasías que siempre está latente en todas las lecturas de ficción, es la de poder controlar el entorno y/o a los demás, lo cual puede ser por unidad o al mundo entero, según sea la pretensión del alcance de los personajes.
Aunque estemos ante un reporte histórico sobre hechos ocurridos allende las fronteras, hay un grado de ficción para llenar los huecos que los documentos, los testimoniales o las opiniones dejan tras de sí, como lo que hacen los nuevos integrantes de la nueva generación de historiadores por lo que, varios de ellos, escriben novelas y no libros de texto. Aunque esas obras servirían más que los que produce la SEP, es mi opinión. Entonces, si hasta lo que se supone debe llevar un rigor metodológico neutral observable tiene rasgos de ficción, podríamos pensar que la idea de control permanece en todo lo que observamos y leemos cotidianamente, no para que todos controlemos lo que sucede en donde vivimos, sino para aceptar que alguien debe tenerlo y que sin esa persona o institución, viviríamos en total caos.
Marx retrata tres tipos de control social: el político, el religioso y el militar; cuando los dos primeros no logran mantenerlo, interviene el tercero; salvo la América que va desde el río Bravo hasta la Tierra de Fuego, pocos países han hecho tal apología en el cine de sus fuerzas armadas como los Estados Unidos, proclamándose desde esa tribuna como los salvadores del mundo y hasta “Guardianes de la Galaxia”. Quizá en el marco trasnochado de la inclusión, pronto veamos a un puertorriqueño, colombiano, peruano o mexicano en esas historias siendo ellos los protagonistas y no simples comparsas, aunque no hay que olvidar que la primera oportunidad se las ganó un mapache. Soñar no cuesta nada, si hasta este gobierno lo ha estado haciendo con sus libros pseudo comunistas y sus obras titánicas que bien rayan en la ficción. Salud.
Beto
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