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La sabiduría salta de donde menos se piensa. Foto: BAER |
El conocimiento nos proveerá de la receta pero la sabiduría nos dará el gusto; escogemos lo que queremos saber en la medida de nuestras necesidades, del hambre que manifestemos por desentrañar aspectos escondidos del entorno que nos tocó vivir. Por medio de la curiosidad, la disciplina y la tenacidad, los receptáculos de la información abrirán sus puertas para que nos introduzcamos hasta lo más escondido de sus entrañas y hagamos vivencial lo que otros produjeron y clasificaron en aras de un manejo adecuado de sus datos; quizá con ello, nos daremos cuenta de cómo va cambiando en mundo, nuestro entorno inmediato y nosotros mismos que, a la postre, es la intención de ese cúmulo de lecturas para poder proyectar nuestras acciones futuras.
El ser sabio se distinguirá por poner en orden el posible caos en el que se encuentre su núcleo social, ponga a la disposición de los demás sus hallazgos y proponga acciones para mejorar las dinámicas prevalecientes; eso que suena muy sofisticado no es otra cosa que el observar lo que no funciona y sugerir lo más viable para resolverlo, como el tapar un bache, colocar un tope, señalar problemas en los servicios de limpieza y alumbrado, por poner sólo unos ejemplos simples. ¿Y por qué esos detalles determinan la sabiduría de alguien? Por supuesto, no por la mecánica de acciones tan simples, sino por el esquema mental que implica el involucrar a los demás convenciéndolos de que esos problemas afectan las actividades de todos.
A la sabiduría popular la hemos reducido a una serie de anécdotas y dichos que sirven para salir al paso cuando algo no nos queda claro y no tenemos el tiempo para averiguar cómo resolverlo ya que para morir nacemos, no queda de otra que dar buena cara a mal tiempo, pero no contamos con que fuera de ese contexto, aparece constantemente en el transcurso de los días a manera de préstamos, consejos, inclusiones u omisiones que conforman nuestras dinámicas sociales, en nuestros entornos inmediatos. A veces confundida con la intuición o la perspicacia, ese bagaje conforma por así decirlo, nuestra manera muy particular de enfrentar las cosas, de resolver los problemas y de provocar alianzas que nos darán ánimos para levantarnos a trabajar al día siguiente. Salud.
Beto
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