lunes, 9 de octubre de 2023

La costumbre de acostumbrarnos

Para algunos la modernidad significa
huir de todo. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- El tono de resignación es lo que cala pues, aunque quien lo externe trate de suavizarlo, la consigna sigue sonando a imposición; hay expresiones en nuestros lenguajes que retratan los traumas con los que crecemos gracias a la manera que tenemos de contarnos y colocarnos en la historia. Un rasgo que ha encontrado arraigo en nuestro ánimo cotidiano es la resignación, motivo de sentimentalismos cinematográficos allá por los cuarenta del siglo pasado, de chiste cuando deseamos caer bien a los desconocidos o de delimitación de un destino que no comprendemos, pero al que nos alineamos por conveniencia fatal. Después de eso, la victimización parece natural, permitiéndonos exigir una lástima que también contraponemos porque, a pesar de todo, somos un pueblo alegre.

Adaptarse no cabe en el contexto de la costumbre, hay un espacio vacío en el que la conceptualización de ambos términos pudieran confundirse porque, mientras la adaptación tiene un grado de conciencia, la costumbre se sigue casi sin razonar, hasta que llega una inconformidad y entonces se cuestiona. Tenemos por costumbre hablar de este territorio nacional como un solo país, cuando cada una de las regiones que lo componen, podría ser uno independiente y autónomo, regiones que han sido divididas arbitrariamente, sin importar las semejanzas que las mantienen unidas, por ejemplo, la Huasteca. Asimismo, aunque decimos compartir un escudo, un himno y una bandera, la realidad es que cada parte del país tiene una interpretación propia de ser mexicanos.

Pero nos impusimos una forma única de comportamiento social que es el catolicismo, cuyos preceptos están dirigidos a mantener una visión de la realidad para la cual, no tomamos en cuenta las características de las personas a las que estábamos tratando de adoctrinar, en otras palabras, un mexicano católico del Istmo no se comporta igual ni ve de la misma manera sus rituales que un mexicano católico del Golfo, del norte o del Bajío y la religión es sólo un rasgo cultural, ¿qué pasa cuando echamos un vistazo a otros como el tránsito vehicular, el pago de impuestos, la imagen que proyectamos al exterior? Podríamos suponer que es lo mismo, pero si ni siquiera nuestros hábitos como grupos sociales son iguales ni pretendemos que lo sean en el corto o el largo plazos.

Entonces, ¿por qué tratamos de acostumbrarnos a cualquier cambio, aunque éste no sea bueno para nosotros? La respuesta puede estar escondida en lo más primitivo de nuestro cerebro; desde los lejanos días en que los primeros de nuestra especie eran nómadas, tuvieron que buscar las condiciones más propicias para sobrevivir, primero para dejar de ser presas, luego para convertirse en cazadores y poder competir con otros depredadores, después para dominar algunos aspectos de la naturaleza y por fin, lograr establecerse en lugares específicos. A partir de eso, al no tener competencia, debimos buscar a quien dominar y no quedaba más que otro ser humano, siguiendo casi el mismo camino, primero defendiéndose, luego esclavizando para después dominar con las ideas, efectos que aún estamos padeciendo. Salud.

Beto

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un yo para cada ocasión

¿Cuáles y cuántas máscaras usaremos hoy? Foto: BAER Irapuato, Gto.- E l sonido y las luces inundaban los recintos en los que, en los ochenta...