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La política de los abrazos debería ser para proteger los programas de asistencia social. Foto: BAER |
Para tal efecto nos hemos inventado dos grandes pretextos, uno implícito y otro explícito; el primero tiene que ver con la tecnologización a nivel global con lo que sugerimos que, al no tener maquinaria sofisticada y no producir satisfactores en grandes cantidades, lo hecho en el país carece de calidad, cuando también en el extranjero se producen errores; el segundo, derivado del anterior, hace que perdamos en una comparativa de precios, es decir, lo hecho en México es más caro. Lo que no consideramos en ambos casos es la problemática residual, por un lado, la automatización sigue generando desempleo tanto en el país que la ejerce, como en los que pierden la oportunidad de adaptarse al avance tecnológico, por lo cual hay migración hacia el territorio que ofrezca mejores condiciones de vida.
Por el otro, tratar de competir con empresas altamente tecnologizadas (generalmente en el extranjero) con medios artesanales, trae por consecuencia una pérdida de tiempo y de recursos al no tener la capacidad de producir ni de consumir insumos a la par; ambas incapacidades hacen que aumenten nuestros costos los cuales compensaremos con despidos. La instalación de empresas de otros países en nuestro territorio alivia un poco la situación, sin embargo, es como jugar a la lotería con dinero prestado, tarde o temprano el dueño se retirará y se llevará sus ganancias, dejándonos -en el mejor de los casos- como estábamos antes de su llegada. Pero proponernos como víctimas de la colonización industrial y comercial ya no nos queda, lo mejor sería tratar de jugar el mismo juego y llevar nuestras formas de producción a otros lares, posiblemente menos favorecidos.
Espero no pensar de xenófobo, pero como muchos de ustedes, sí veo un problema con las visitas forzadas de centro y sudamericanos que van de paso a los Estados Unidos; comprendo la problemática que los obligó a abandonar sus países ya que nosotros adolecemos de los mismo pero creo que, salvo algunos contados ejemplos, los demás aportan poco a las ciudades por donde transitan y la nuestra no tiene la infraestructura adecuada para albergarlos (por lo cual ofrezco una disculpa), el puente Siglo XXI no tiene las más mínimas condiciones para funcionar como campamento ni va a tenerlas porque no fue hecho para eso, pasar por allí se ha vuelto un suplicio por los olores que se despiden y, sinceramente, el centro comercial no tiene la obligación de servir como baño público. a veces ser extranjero no es garantía de triunfo. Salud.
Beto
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