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Una sombra siniestra está detrás de nuestros anhelos políticos. Foto: BAER |
Peña Nieto no tardó en darme la razón, sus pifias tanto de gobierno como de humor involuntario, retrataron un régimen que nunca se consolidó ni encontró un rumbo claro, vaya, ni para el parapeto institucional que fue su matrimonio con Angélica Rivera; fue motivo de mofa, tanto que parecía hecho a propósito para que, en el fondo, nos arrepintiéramos después de haber dejado pasar a su sucesor. En cierto sentido, también afirmé que si Morena accedía al poder, sería por seguir la estrategia priísta para hacernos añorar sus periodos presidenciales, ya que ni panistas ni ningún otro partido, eran garantía de seguridad ni de progreso, por lo cual llegaríamos a ver con buenos ojos cualquier cosa que se presentara para los comicios del 2024, algo que parece estar pasando con Xóchitl Gálvez.
A lo que habría que estar pendientes no es a quiénes responderá ella, puesto que cuando se desea recuperar algo sin parecer un agresor, se tienen dos vías: seguir compitiendo bajo las reglas de la contienda -lo cual significaría una baja posibilidad de lograrlo- o crear una alternativa con elementos que le garanticen la victoria, aunque provengan del mismo sitio (agrupación) abandonado. Lo importante en la segunda opción es nunca perder las conexiones originales para mantener el control de la disidencia así como la futura y posible imagen de paladín pues esa ala separatista hará las cosas tan mal, que la vuelta del grupo que no se deseaba sería vista como una salvación, táctica que requiere de una infinita paciencia y un control férreo de las pasiones y euforias que el poder provoca.
Pregunté a mis alumnos el porqué creían que ganaría Peña, las respuestas no fueron de mi agrado pues no tenían argumentos más allá de que porque todos votarían por él; la diferencia con al 2018 fue el aprovechamiento del resentimiento social, mal enfocado y sin dirección pero fuerte y esperando un pretexto para desbordarse, polarizando opiniones y mostrando la inutilidad que representa el apoyar una imagen o una idea en abstracto, ya que toda interpretación que hagamos sobre ellas, sería tan ambigua, que sólo respondería a intereses y circunstancias particulares. Los filtros que pongamos a los hechos tendrían la tesitura de clase a la que pertenezcamos, habrá concordancias o coincidencias entre miembros de diferentes estratos, pero servirán sólo para la anécdota, sin registro en los anales de la historia. Salud.
Beto
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