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A veces para nada, pero somos muy cotorros. Foto: BAER |
Es posible que en alguna ocasión hayamos puesto en duda la capacidad de una persona para realizar sus tareas, ya sea en el trabajo en donde estamos contratados, en un restaurante donde solemos ir o en algún grupo deportivo al que apoyemos y esos juicios solemos tomarlos muy en serio, quizá porque suponemos que las demás personas hacen lo mismo con nosotros a toda hora y en todo lugar, sentimiento que suele poner presión a nuestra jornada. ¿Sera eso suficiente para preguntarnos: y nosotros para qué servimos? Si ése fuera el caso, ¿encontramos fácilmente la respuesta o es una cuestión recurrente? Como sea, es posible que nos lo preguntemos a veces, posiblemente cuando cambiamos radicalmente nuestra rutina o, por el contrario, cuando llevamos mucho tiempo haciendo lo mismo.
Tampoco faltan los detalles en la vida diaria que nos provocan el cuestionar nuestro accionar, como las metidas de pata cuando confundimos a las personas, las llamamos con un nombre que no es el suyo, les preguntamos por su situación sentimental en un momento poco oportuno, en fin, que para regarla basta sólo un segundo. La práctica suele calmar nuestras ansias, con las repeticiones nos damos cuenta de cuan diestros nos hemos vuelto o qué tanto debemos superar para sentirnos seguros, para lo cual también requerimos de referentes para contrastar nuestro desempeño, como en una especie de competencia donde todos salimos ganando. Es importante en este punto, aclarar que la escala de rendimiento es una herramienta que cada uno establece según lo que desea obtener.
El ser útil no es una condena o el establecimiento de un destino insoslayable, es más bien el descubrimiento de que a diario tenemos la oportunidad de contribuir a la satisfacción de seres cercanos o desconocidos sin importar el alcance o la remuneración, al menos no cuando estamos realizando la tarea. Por supuesto hay acciones altruistas pero aun ésas necesitan de financiamiento, quizá por ello los abogados tienen como base de su existencia que toda consulta causa honorarios; el funcionamiento del mundo no está en tela de juicio, todo necesita dinero para fincarse un futuro, sin embargo, la esencia de la humanidad está en la colectividad, en lo que el grupo puede lograr actuando y reaccionando a lo que sucede en el entorno, sus ganas de pertenecer. Salud.
Beto
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