lunes, 27 de enero de 2025

A toro pasado

Si hubiera tenido un aparatito así antes,
mi memoria sería otra. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Recién instalado en el sexto piso confirmo que lo único que cambia es el ritmo de acción, un poco los intereses y casi nada el sentirme parte de este mundo; hay ganas de seguir con el trabajo que adopté hace un poco más de una década aunque el convencimiento no se dio sino hasta hace poco, cuestión de revisar tiempos y formas y como ya llevo un buen rato sin fallarle a la pluma, creo que sí tengo la autoridad para llamarme escritor. Según un video didáctico, el primer paso para convertirme en uno ya está dado que es el creérmelo, me costó trabajo pero ya estoy listo para imprimir tarjetas de presentación. En un segundo momento, la producción continua de textos que si bien no pudiera decirse que hay un tema rector, sí que hay un género literario al que me he avocado con mayor ímpetu que es el cuento.

Más allá de las definiciones académicas, escribir cuentos brinda la oportunidad de resolver pequeños o grandes problemas con tramas simples, locaciones cercanas y pocos personajes cuya complejidad se le atribuyen en contubernio con el lector; la relación con éste es tan cercana como son las personalidades que van dibujándose en los renglones impresos en las hojas y los «fotogramas mentales» de cada lectura; el cuanto tendrá la suficiente magia para arrancar un protagonista casi de cualquier lugar o situación, volviéndonos por un breve lapso a juguetear con el niño que la realidad nos hace ver cada vez más lejano. Puede ser también más crudo que una novela puesto que la violencia, la temeridad, el deseo de venganza u otras «anomalías» estarán concentradas en pocas páginas.

El cuento es un medio de impacto que busca el knock out. Claro está que mis intereses han moldeado lo que escribo y lo que busco para sorprender a quienes me hacen el favor de leerme, lo que significa que todavía disfruto de la autonomía suficiente para escribir con gusto, lo que a su vez me da la sensación de que la sorpresa les será del todo agradable; puede ser que los años en sí mismos realicen la magia de configurar el pensamiento, pero en mi caso sería tanto como negar la participación de todas las personas con las que he tenido contacto y que, directa o indirectamente, han influido en hacer de mí lo que soy. No tengo una lista (bueno, de la secundaria sí), pero el tratar de hacer una dejaría a varios que no serían otra cosa que víctimas de mi ya muy precaria memoria.

De los siguientes niveles la cosa no cambia mucho, pero puedo decir que el número de acreedores de mi agradecimiento se hizo más significativo, por lo que recordarlos sería más fácil, sin embargo, la reserva sigue por si acaso tuviera un accidente mnemotécnico; podría hacer referencia a lo que haya sucedido con ellos, ya sea en grupo o en particular y que decidan qué es lo que también recuerdan de eso que haría referencia. Es posible que me corrigieran en varios de esos episodios porque como he dicho anteriormente, esta cabeza ya no debería estar aquí; sólo tendría un pedimento con la misericordia que los casos ameritan, si los van a corregir, no sean tan duros conmigo, recuerden que soy de piel delicada y no encuentro cremas adecuadas tan fácilmente. También me queda el recurso de apelar a una temprana demencia senil que por estos días, está de moda. Salud.

Beto

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Así lo vimos nosotros. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M uy bonito, sin embargo... A poco más de tres meses del evento, creo ya haberme ganado...