![]() |
Sedentarismo y soledad no son una buena combinación. Foto: BAER |
Arribar a un grupo que tiene relaciones abiertas con expectativas altas y con una dinámica fuerte, supone que el recién llegado tendrá que alcanzar el mismo nivel de exigencia de reacción; si la llegada se da a un grupo apacible, metódico y concentrado, seguramente esperan que el nuevo no se convierta en un distractor, claro está que los grupos rara vez son así de homogéneos, por lo que las diferencias entre sus miembros se convierten en motivos de negociación permanente y las monedas de cambio suelen ser argumentos, señalamientos y una que otra broma de cualquier calibre. Una regla no escrita en todas las relaciones es que por cada uno de los argumentos y otras formas de relación que utilicemos por cualquier motivo, permitimos a los demás que nos contesten con otros iguales de la misma intensidad.
Debe haber un trabajo mental específico para poder adaptarnos a los diferentes entornos a los que solemos exponernos diariamente, el cual desconozco por supuesto, pero supongo que todo comienza con el silencio estratégico como el que hacemos en el transporte colectivo o en un elevador; la causa de ese silencio es de lo más simple, la proximidad en demasía no nos permite la observación de las señales que los demás emiten, por lo cual, las conversaciones se dificultan y nuestros cerebros se bloquean hasta que salimos del trance. La exposición a un grupo nuevo es semejante a esos encierros, al sentirnos observados, la cercanía nos resulta demasiada hasta que aprendemos a medir las distancias adecuadas de cada uno de los miembros del grupo y las comparamos con las que imponen entre ellos mismos.
Hay reglas en cada grupo social que no están escritas, por lo que deben descubrirse con el trato cotidiano y las reacciones a diferentes estímulos en diversas circunstancias, a algunos se les facilita porque son personas abiertas y observadoras que suelen adaptarse a casi todos los entornos existentes; los que difícilmente pueden, son los que viven ensimismados, pero no puede culpárseles por no encontrar interesantes sus entornos. El trato que esperamos de los demás está detrás de los límites que nos ponemos mutuamente, cada persona estará tan cerca o tan lejos como hayamos puesto las «rejas» que nos protegen o al menos eso creemos, sin embargo, el aislamiento no significa que estemos a salvo, ni siquiera nos permite pensar de manera ordenada, la compañía, los otros, son los que hacen sentido. Salud.
Beto
No hay comentarios:
Publicar un comentario