lunes, 19 de mayo de 2025

Pérdida de derechos

Todo aquel que supone no encajar,
sólo le queda el embrutecerse. Foto: BAER

Irapuato, Gto.-

1. El primer paso. Cometer un delito debería de ser un grito desesperado por la renuncia de los derechos humanos, según su gravedad, sería el número y el grado de ellos a los que ya no se tuviera acceso; el realizar cualquier acción le corresponde una reacción con la misma intensidad y en sentido opuesto, lo dice la física no yo. Si robo, doy derecho a los demás de despojarme de algo, si agredo, abro la posibilidad de ser agredido y si mato, lo mismo pero la agrupación vigilante de los derechos humanos ha perdido la brújula, por convicción o coacción, no importa, nada más que ha volcado sus esfuerzos a defender a los delincuentes, lo que se contrapone al sentido común y estaría confirmando el secreto a voces de que en México lo que prevalece es un narco gobierno.

2. La complacencia. Hemos perdido de vista que, hasta donde recuerdo, la ley establecía que el castigo para un delito debía ser correspondiente y acorde a la magnitud de éste, dejando como base única el mantener el derecho a la vida, para que el infractor tuviera la oportunidad de resarcir el daño causado; es posible que hayamos estado confundiendo la naturaleza de los derechos de toda índole, pues suponemos que el término «humano» los hace inherentes a nosotros, cuando que eso humano es un calificativo que señala aquello que ganamos con trabajo, repito, el único derecho que tenemos sólo por nacer es el de vivir, los demás hay que ganárselos. Por ejemplo, si deseamos ser escuchados, hay que tener algo que decir, si lo que se desea es tener servicios, hay que pagar impuestos, si se desea dinero, hay que trabajar.

3. Sobre la inconciencia. Leer debería ser la base del conocimiento, sin embargo, entre nuestras contradicciones se encuentra el hecho de que suponemos que las lecturas son prescindibles lo que no impide que aprendamos, que algo hay de cierto, sin leer puede aprenderse, pero no al ritmo que debiéramos según las exigencias de una realidad basada en interpretaciones de personas que no les importa la de los demás; esa falta de conciencia más la ignorancia (como la pérdida de voluntad para tomar en cuenta al otro como un igual) nos obliga a crear un búnker, virtual o real, que nos proteja de todo aquello que nos muestre la miseria de la que estamos rodeados y la impotencia por saber que, desde nuestras dinámicas, nada podemos hacer.

4. Miedo a imponer la ley. Con el pretexto de no trasgredir los derechos humanos hemos permitido que los legisladores (coludidos, amenazados o directivos de la delincuencia organizada) hayan hecho de las leyes y reglamentos del país, un compendio de manuales para apapachar delincuentes que, como mencionaba líneas arriba, por el hecho de violentarlas, ya han renunciado a sus derechos pues sus actos nos indican que no están interesados en convivir con los demás. por lo cual cabría preguntarnos, si de verdad están tan inconformes con su situación, ¿por qué no se van a otro lado para que nadie les diga cómo deben comportarse? Pero no, como todo ser inútil en esta existencia, lo único que les llama la atención y para lo que sirven es para joder. Salud.

Beto

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No más que un centro comercial

Así lo vimos nosotros. Foto: BAER Irapuato, Gto.- 1. M uy bonito, sin embargo... A poco más de tres meses del evento, creo ya haberme ganado...