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Los mesías tropicales sólo saben de corruptelas. Foto: BAER |
1. Nuestras realidades. Los viajes instruyen, dicen por ahí, pero también representan cambios (a veces radicales) en las rutinas, adaptaciones eventuales y gastos no previstos; las condiciones en las que se realizan son muy variadas por motivos a los que cada uno les pondrá su propia prioridad o urgencia, esto último domina en las economías emergentes como la nuestra, en lo general y en lo particular, pues no faltan ni la tradicional crisis anual ni los ceses de actividades por, llamémoslo así, incertidumbre laboral. Porque, seguros lo que se dice seguros, en este país no estamos y las migraciones hacia horizontes más benignos están al mismo nivel que en Centro América ya que ni allá ni acá los gobiernos han podido garantizar el bienestar de sus pobladores.
2. La eterna esperanza. Como afirmé en otra oportunidad, al igual que una mujer violentada, seguimos como país esperando que nuestro agresor cambie, si hemos aceptado sus condiciones, justo sería que nos trataran bien, han pasado varias décadas (más de las que pudiéramos desear) y lo único que tenemos por cierto es que nada es una certeza. Esperanzados, más que un personaje de Victoria Ruffo en la Rosa de Guadalupe, hemos visto transitar a caudillos, partidos, ideas que se suponen distintos pero que han hecho exactamente lo mismo, sin siquiera dar alternativas reales a las promesas que esgrimen como la vanguardia en la solución de problemas que tampoco cambian, sólo aumentan el número de personas afectadas, en mucha parte, por las mismas iniciativas que los vana a atacar.
3. Jodidos pero contentos. Debo hacer notar que pocas veces creo en la utilidad de las encuestas porque, aunque exista la convención de un mínimo estandarizado para hacerlas confiables en una gran escala, lo cierto es que las preguntas rara vez son contestadas por el cien por ciento del universo a estudiar; pero supongamos que son útiles todo el tiempo, aún queda el tema de la complejidad, ¿quién las hace y a quiénes las aplica? Por supuesto, hay agencias dedicadas a esos menesteres que son nombradas en tiempos especiales, por ejemplo, en elecciones, un caldo de cultivo para lograr obtener resultados totalmente a modo para los objetos de esas prácticas, así, cada uno de ellos gritará a los cuatro vientos que es el ganador porque «las encuestas los favorecen» para beneplácito de sus muy jodidos seguidores.
4. Sin mesías ni nada. Ya debe ser hora de que tomemos nuestro desarrollo con propias manos, que nuestras dependencias queden abolidas para que por fin el satisfacernos sea un acto de voluntad y no de altruismo, que el deber no sea más una carga que llevamos por otros o por nuestros pecados, porque el trabajar deje de ser una condena bíblica y sea lo que nos dignifique como seres humanos-, ya basta de buscar razones para no movernos y esperar que llegue un «iluminado» con dádivas a poner orden, ya vimos lo que pasó con el último (espero de verdad sea el último), quien contrario a las citas de su libro sagrado, por sus obras no lo conocimos sino por sus peroratas insulsas, sin más motivo que el ponernos unos contra otros. Cuando dejemos de echarle la culpa a un ser «superior» etéreo o de carne y hueso, mejoraremos. Salud.
Beto
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