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Y eso que las adivinas ya no son de cabecera Foto: BAER |
1. Número atractivo. El siete del siete parece prometer, además de la coincidencia en el número, algún pequeño enigma que se entrelace con la suma de los dos últimos dígitos del año en curso; cabalístico como ha solido ser, el número siete ha sido motivo de divertidas especulaciones, tal vez más que las que se les imputan a los demás números primos, Por algo Cantinflas lo usó en varias de sus películas; por supuesto, no creo que tenga poderes mágicos ni nada que se le parezca, pero debe decir que fue el primero que pude dibujar «bonito», ya que ni siquiera el uno me salía bien; por otra parte, la simetría que se logra juntando objetos de siete en siete resulta muy atractiva, lo cual podemos corroborar con el candelabro judío (Menorá), que alude a las ramas del conocimiento humano.
2. El hallazgo. ¿De dónde parte la idea de dar «poderes» a los números? Pitágoras, la numerología y las tradiciones religiosas tendrían mucho que decir sobre ello; no debería sorprendernos que personas inteligentes, convencidos o sólo curiosos, se hayan dedicado al estudio de supuestos poderes mágicos en los números, pues su actividad cerebral les exige averiguar y comprobar sobre lo encontrado, por encima de sus creencias religiosas o místicas, pero como en todo, el pensamiento también evoluciona y ya entrados en el siglo XXI, parece inconcebible que todavía estemos al pendiente de predicciones sin sustento teórico (así nos hacen creer que son), de gurúes que se dicen «iluminados» y de comparsas encargados de hacerles el caldo gordo, aunque bueno, lo mismo pasa con las noticias emitidas en la red.
3. Señalado por el horóscopo. En el primer número (y hasta ahora único ejemplar) de mi revista de voleibol, aparece el siete en la portada, obviamente no enfundado en mí, ya que yo saqué la foto mientras estaba en la banca esperando mi turno para entrar al partido; muy cerca de aquí, en el municipio de Valle de Santiago, hay siete volcanes extintos llamados Las Siete Luminarias que tienen un halo de misterio porque se supone que están alineados con la formación de la Osa Mayor. Y tarde recordé para la grabación de la Ranita del pasado 3 de mayo que en la antigüedad se hablaba de los siete mares que eran el mar de Java, el mar de Hoces o Cabo de Hornos, el mar Caribe, el mar de Las Filipinas, el mar Egeo, el mar de Noruega y el mar de Beaufort y todas las coincidencias con mi nombre.
4. Historia ya contada. Aparte de todas las menciones que pueda hacer sobre el siete, ya he apuntado en otras ocasiones que muy pocos tendrán la «suerte» de contar con un nombre y apellidos que sumen veintiuno (para aquellos que lo busquen en un boleto de camión) y dividido perfectamente en tres partes, es decir, siete letras cada uno lo cual, como todo lo anterior, es una tremenda coincidencia para pasar el rato en una plática de café. Por otro lado, lo he contado tantas veces que ya podría aburrir a lectores y escuchas, así que ésta parecería la última ocasión en que lo hago... hasta que me encuentre un público nuevo; no me vean feo, ya es hora de que aproveche los privilegios que otorga el pertenecer a la gloriosa selección sub sesenta y dos. ¡Ah, verdad!. Salud.
Beto
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