lunes, 14 de julio de 2025

Oremos

Si lo aprendido no entra en nuestra casa,
es sólo información anecdótica. Foto: BAER

Irapuato, Gto.-

1. El músculo encefálico. Algunas veces tratado como una auténtica caja de Pandora, el cerebro humano sigue siendo en muchas de sus partes un misterio, lo que sí es una certeza es que debemos ejercitarlo para que funcione adecuadamente; ya ustedes conocerán varias formas para hacerlos, como el resolver crucigramas o sudokus, armar rompecabezas planos o tridimensionales o jugar ajedrez entre muchos otros, los que elijan serán buenos y parafraseando a mi padre, el único que no funciona es ése que no se usa. Escribir es un buen ejercicio puesto que, como con los demás, la capacidad cognitiva se fortalece así que la lógica indica que lo mejor que puede pasar es usarlo para lo que fue hecho: pensar. En palabras de Descartes sería existir, hacerlo en plenitud, poner al servicio de nuestro entorno todas nuestras facultades transformadoras.

2. El reino de la razón. En el ejercicio de este noble oficio, la tinta invertida para dejar constancia de nuestra existencia, debe también permitir que haya disparidad de pensamiento, cuando el escrutinio ajeno nos haga el favor de poner su atención en nuestras palabras, Antes que la coherencia y la fundamentación, debemos tener algo que decir lo cual surge definitivamente de lo que observamos, escuchamos y vivimos con intensidad, teniendo cuidado con el punto de vista porque tener razón no es sinónimo de ostentar la verdad, ni siquiera una concatenación de razones la conforman, lo cual no significa que entremos en el juego de si la verdad es absoluta o relativa, sino sólo tratar a ambos conceptos bajo la óptica de que su uso depende del contexto en el cual los tengamos insertos.

3. La magia de la repetición. Cuando debíamos fijar una imagen en nuestra mente, lo que se imponía era leer varias veces un texto para después, repetirlo como perico frente al profesor, como una muestra palpable de que habíamos aprendido algo, sin embargo, aquello memorizado de manera emergente, también resultaba fácil de olvidar por lo que mucha de la información adquirida en la primaria, secundaria y preparatoria, para cuando accedimos a la universidad, ya se había borrado. Algunos podrán decirme que sí recuerdan buena parte de lo memorizado, pero puede ser porque se volvió de alguna manera significativo, es decir, que hubiera una razón importante más allá de la memorización misma, por ejemplo, el demostrar al maestro que éramos capaces de participar.

4. Lo deseable. Al igual que en un rezo, se creía que la simple repetición nos llevaría a la reflexión, sin embargo, no se tomó la precaución de observar que nuestra capacidad de adaptación se condiciona según sea la exigencia del entorno, es decir, si las condiciones son buenas, el trabajo de adaptación será sencillo, si las condiciones son severas, será complicado, por lo tanto, sin en tiempos anteriores para pasar de año sólo se requería repetir lo que estuviera escrito en los libros sin mayor cuestionamiento, eso sería lo que pasaría. La diferencia entre rezar y orar estriba en que la segunda requiere de razonamiento, asimismo, al estudiar debemos reflexionar y no sólo memorizar para aprender un aprendizaje significativo, lo cual quiere decir que podamos aplicarlo en nuestra realidad. Salud.

Beto.

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