Las cosas en caliente. Esta sentencia aparece cada vez que alguien ve la oportunidad de dejar plasmadas sus palabras en nuestro cerebro, pues se ha cumplido, casi al instante, con alguna tarea propuesta con cierta antelación. Conlleva un sobreentendido: no le pienses mucho para hacer algo. Y bendita la hora en que apareció, pues nos ha dado pretextos infinitamente útiles para realizar casi cualquier cosa al aventón.
Y pueden ser estos, emanados de la sabiduría popular, pero que se ha torcido un poco su significación para que cuadre con el haber dejado de trabajar o procurarnos el cumplimiento de una tarea. ¿Quién no ha escuchado, "hay que dar tiempo al tiempo"? Y así se ha pasado el mismo sin que movamos un músculo; o el multicitado "ya Dios dirá", lo malo es que hace mucho que no dice.
Todo sin contar con las veces en que de verdad no pensamos, al tratar de realizar nuestros quehaceres; ¿qué tal cuando debemos planear una parte de nuestra vida? No falta el aventado que asegure que cuando planea las cosas, éstas no salen. Como si las cosas salieran, deben tener un departamento de citas. El caso es que el azar sigue teniendo una carga de fascinación muy grande.
Nuestro espíritu aventurero nos impulsa a desdeñar lo "cuadrado" porque "quita espontaneidad"; y cuántas veces nos hemos quedado sin poder cumplir con lo que queríamos porque estuvimos esperando que "las cosas de den". En mi pobre opinión, creo que lo espontáneo surge en la medida que planeamos, pues un camino trazado nos da referencias y variantes que la casualidad nos brinda sólo de vez en cuando.
Pudiera seguir sobre el asunto, pero no quiero caer en un rollo falto de naturalidad. Mejor le sigo otro día, si el Señor lo permite, ja. Salud.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja conozco muuuuchaas personas que prefieren no hacer planes, porque "siempre algo pasa y no se pueden llevar a cabo"... Ja, ja, ja, ja. Yo prefiero hacer planes con cierto tiempo, por si acaso ja, ja, ja, ja, ja. Saludos Roberto!
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