Elena es una de esas mujeres forjadas en alguna de las factorías rurales de este municipio, decidió que debía incrementar las entradas de dinero a su casa y viene todos los días a dejar algo de su esfuerzo en difentes casas de esta ciudad. A la mía le toca los jueves, lo que provoca que deba levantarme como de rayo porque llega puntual a las nueve, abriéndose cancha entre todo el desorden que voy dejando durante la semana.
Sus habilidades para la limpieza no son extraordinarias pero su mano se nota cuando ha venido a cumplir con su autoimpuesto empleo. En cuatro horas, logra lo que mi imaginación me impide procesar en seis días. Cierto es que ni mi departamento es grande, ni tampoco dejo un tiradero de epopeya, pero lo que debe estar siempre visible para las visitas, lo deja impecable.
Es muy reservada, lo que quizá le permite concentrarse en sus labores al ritmo que le marca "La Comadre" ¿Qué no? Porque eso sí, podrá estar sola, pero de que hay ruido en el piso, lo hay. Barre, trapea, lava la ropa y los trastes y se da el tiempo para acomodar mis papeles según crea conveniente, muy mona ella, lo que ha provocado que en ocasiones no encuentre actas, registros o exámenes de forma inmediata.
Después de una concienzuda búsqueda en los 144 metros cuadrados que componen mi hogar, logro encontrarlos, pero hay que ver en lo que me tengo que trepar para hacerlo. Lo más curioso es cuando se va, puesto que debe abordar el camión que la regresará a la comunidad de "El Venadito", que está, para mejor referencia, después de "El Venado", sale como chinampina atinando sólo a decir un apresurado "nos vemos". No sé dónde queda tal poblado, aunque al parecer, la mayor parte de sus pobladores se pinta de colores para ganarse el pan diario. Salud por eso.
jajaja por cierto yo si conosco el venado, como eres ni una platicadita con elena de comadre a comadre jeje ntc
ResponderEliminar!!! july !!!!