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La iglesia de fiesta. Foto: Ana Ramos |
Antes de ser blanco de todos los ataques de aquellos pro papistas, debo decirles que crecí en el seno de una familia católica de alto octanaje. Que mis convicciones me hayan llevado por otros senderos ya es cosa de otro espacio. Ah, además que lo que afirmaré el día de hoy no está en contra de la religión para que no vayan a sentirse tocados en sus susceptibilidades.
Empezaré diciendo que intenté dar seguimiento al papatour en su paso por Chiapas teniendo como copilota a mi tía, pero tanto ella como yo, acusamos un alto índice de somnolencia, quizá por lo monótonas de las tomas televisivas o lo narcótico de la voz de López Dóriga. Aunque sí alcancé a percibir algunas cositas con las que no concuerdo.
Como afirmaba líneas arriba, no entiendo a los genios de la producción en Televisa, ya que invirtieron más de cinco minutos en transmitir el trasero del helicóptero en el que fue transportado Jorge Mario Bergoglio a San Cristóbal de las Casas; ni el encuadre ayudaba a ver el entorno ya que estaba nublado, ni el modelo del aparato era como para disfrutarse.
Por otro lado, habría que decirle a Joaquín que el estilo de narración tipo fútbol no resulta atractivo, pues el reiterar en palabras lo que se está viendo parece más un insulto a la inteligencia de cualquiera, mientras tanto, todo lo interesante sucedía de fondo. Me gustaría saber la opinión de quienes estuvieron gastando energías en cantar sin poder llegar a nuestros oídos. Cosas de tv. Salud.
Beto
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