Ni Lombardi la imaginó mejor

Digna tarde de Súper Domingo.
Foto: Baer

Dada la expectativa creada año con año en el deporte de las tacleadas, me dispuse a ver cómodamente en la sala de la casa de mi tía el Súper Tazón (así en español para que se les retuerzan las tripas a los modernos globalistas); lo inesperado se dio justo en la presencia de ella misma. Estoica y con la paciencia de un santo, estuvo atenta a las jugadas.

El encuentro tuvo mucho de qué comentar, principalmente de lo que le llamaba la atención a mi antecesora, pues a ella, eso de los deportes... pues sí, le viene quedando guango. Sin hacer aspavientos, manifestó cierto interés cuando le expliqué cómo eran las anotaciones, el tipo de estrategias que presentaban ambos equipos y hasta el hecho de que tardaran tanto entre jugada y jugada.

Sólo se levantó una vez para ir al baño; ni siquiera se preocupó por que fueran a llamar los parientes lejanos ni el hecho de que, como algunas veces cuando vemos películas, no tuviéramos algo qué masticar frente a la pantalla. Los comentarios vertidos en la transmisión, parecían tenerla muy al pendiente de lo que sucedía en el emparrillado.

Hubo un momento en que se manifestó cierto temor cuando uno de los jugadores no se levantaba del pasto, pero con alivio exhaló al verlo nuevamente de pie. La curiosidad me invadió y no tuve más remedio que preguntarle si le había gustado el juego y su respuesta no pudo ser más certera: "pues yo nada más veo que se amontonan y se tiran y ni sé dónde está la pelota..." Salud.

Beto