Contingencia o no, la búsqueda sigue. Foto: BAER |
En un mundo lleno de imprecisiones, ¿cuántas cosas se salen de nuestro control, al grado de volverse en nuestra contra?; no todo (por no decir nada) funciona con la puntualidad ni la perfección de un anuncio publicitario, incluso, difícilmente se acerca a mantenernos tranquilos por un largo periodo debido a los imprevistos.
En términos heideggerianos, la única variable independiente en la vida, es la muerte. Las posibilidades de ser, estar o hacer son infinitas dependiendo de las circunstancias que nos hayamos creado y que nos rodeen en un momento preciso, se ramificarán en tantas direcciones como elementos alcancen nuestros sentidos y en todos, estará la muerte.
Pareciera un trágico destino, pero incluso ese tétrico panorama, tiene una perspectiva esperanzadora; independientemente de la corriente filosófica o religiosa el fin de la existencia será el resultado de cómo se haya vivido y el cúmulo de logros -cualquier cosa que eso signifique para cada uno- lo que nos lleva a una quizá poco oportuna pregunta.
¿Cómo ha sido el proceso de preparación para nuestros últimos días? Porque la segunda parte de la esperanza tiene que ver con lo que Heidegger proponía como la “vida auténtica”. Es precisamente el asumirnos mortales, lo que nos empuja a observar nuestro día a día, por la más importante razón que pudiera ocurrírsenos: el querer trascender. Salud.
Beto
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