lunes, 1 de junio de 2020

¿De quiénes tomamos las ideas?

Las benditas vigencias del intercambio de ideas.
Foto: BAER
Es innegable que todos los habitantes de este planeta, en mayor o menor medida, poseemos un bagaje que nos ayuda a vivir y a adaptarnos a las circunstancias que nos toquen; puede ser que lo heredemos y lo complementemos con lo aprendido a lo largo de nuestra vida o, en base a la experiencia, lo creemos dándole un origen individual.
Lo anterior supone un cruzamiento en el cual, sin importar mucho lo original que pueda ser el resultado, nos apropiamos de diversos conocimientos que formarán nuestra sabiduría. Ésta no se reduce a formulismos lingüísticos que nos permitan comunicarnos, sino también somos capaces de crear imágenes que desafían la imaginación de cualquiera.
Menos se trata de recetas para la elaboración de consumibles, sino que además, podemos reconfigurar sus elementos y adaptarlos a las necesidades existentes en un momento determinado para personas específicas. Pero ¿cómo se originan esas ideas? ¿ Qué pasa en nuestro entorno que detona la inventiva? Insisto, en unos más que en otros, pero a todos al fin.
En el proceso ce apropiación nos topamos con algunos cúmulos de datos que surgen comunalmente, pero que sólo pueden rastrearse en lo individual, es decir, puede entenderse que son el producto de una situación social, pero el saber cómo fueron apropiados por más de un individuo, representaría una obra titánica; ¿se han preguntado por qué no se habla de registros de autor de los chistes? Seguro se lo imaginan.
Varios tendrán teorías que sobresalgan de la media, sin embargo, deben saber que desde la perspectiva cultural, todos estamos expuestos a los mismos estímulos (bueno, casi) por lo que tanto nuestro conocimiento como los procesos de decodificación de las sensaciones nos llevarán por los mismos caminos y así llegaremos a las mismas conclusiones divertidas o no.
Cualquier tipo de chiste tiene ese proceso de exposición a un estímulo general y la consecuente respuesta cultural. Por ejemplo, “¿Sabían que González Bocanegra fue nuestro más grande profeta? En las primeras discusiones sobre si usar a naturalizados en la selección, descubrimos la misma duda en el himno nacional en el verso Zinha o patria”. Suponía que este chiste era mío, hasta que lo contó Teo González. Salud.
Beto

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