lunes, 27 de febrero de 2023

Pequeño rincón tradicional

Por más espectáculos así. Foto: BAER

Irapuato, Gto.- Las coincidencias no existen, dicen por ahí, aunque yo estoy convencido de que el mundo se creó así; hay personas que creen en un destino predeterminado, algo que veo contrario al libre albedrío puesto que, considero, estamos constantemente expuestos a disyuntivas en las que una decisión marcará nuestro estilo de vida como lo conocemos. Si optamos por uno u otro sendero, tendremos a la par una certeza y una duda, pero eso no significa que por fuerza haya una ganancia y una pérdida, sólo la elección de una opción. A varios habitantes de esta ciudad, por diversos derroteros, nos tocó establecernos y desarrollarnos en las condiciones que nos marcó cada tiempo a arribo, a unos aún pequeños y a otros mayores, el caso es que nos mimetizamos y coincidimos con nuestra propia versión de ser irapuatenses.

Felipe se ha hecho cargo por bastante tiempo de proveer a la ciudad de un rincón que, con el simple hecho de entrar en él, nos traslada al punto original de la tradición y no hablo de la decoración solamente, sino también del ambiente que logra tanto con la distribución del lugar como con (lo más importante) la atención que brinda; es un tipo pendiente de la necesidad de sus comensales de ser tomados en cuenta como personas, un aspecto de su comportamiento que tuve a bien comprobar primero, compartiendo la barra en Jahbless (del cual tratamos la semana pasada) y después en su local llamado restaurante Santiaguito en la plazuela del mismo nombre, ésa que hace esquina con las calles de Pípila y Galeana en el corazón del barrio.

Es gratificante ver que ese espacio ha tomado para sí la tarea de difundir cultura adicional, es decir, trascendiendo los platillos; un ejemplo de ello lo fue el recital ofrecido el pasado día catorce en el que se pudo disfrutar de la voz de Karina Estrada (sí, la misma de Jahbless) y la guitarra de Daniel Escorza, quienes hicieron gala de un excelente gusto en la selección de melodías que interpretaron. Hay coincidencias así de afortunadas; las calles se inundaron por momentos de notas sentidas desde un lugar remoto, lejano pero prometedor que entremezclaron la voz y acordes de guitarra como si hubieran nacido el mismo día. Santiaguito se erigió así como una mini catedral que en ese preciso instante, nada pedía al Carnegie Hall o a la Ópera de Sidney y no hablo del tamaño, sino de la conexión que hubo entre el público, los intérpretes y el espacio.

Por un breve lapso, Irapuato dejó de ser una ciudad mediana, sin alternativas, para convertirse en el centro del universo musical del estado, al menos para los que allí se encontraban; ya la cotidianidad los devolvería a cada uno a su propia realidad, eso sí, con la esperanza de volver a disfrutar de esa voz emanada de una figura a simple vista, frágil, pero que posee un poder descomunal. Santiaguito puede presumir que en su interior se gestan expresiones artísticas, incluido su video blog, que dan a la ciudad una cara más fresca y atractiva, algo de lo que los locales podemos sentirnos orgullosos, sabedores de que somos capaces de mantener costumbres que, a la larga, son factibles de convertirse en tradiciones y así dejar de decir “es que aquí no hay qué hacer”. Salud.

Beto

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